Renovar la vida, así como todo en el universo se reinventa, crece, cambia, descubre otras posibilidades. Los que se quedan quietos, contentos de su estado actual van perdiendo impulso y se anquilosan, se vuelven como “piedras”. Incluso quedan sin velocidad, estancados.
Si no se renuevan, no pueden comunicar el tesoro a los demás, a su alrededor, porque las aguas que quedan quietas tienen un fin muy triste. Esas personas van perdiendo el sabor de la fe, “Ya no tienen vida en abundancia”, sino que permanecen disecados.
Ya no pueden ser compañeros de Jesús, porque sus corazones están saturados de seducciones “antievangélicas”, de miles de propuestas externas, de ideas peregrinas que les salen de sus corazones y cerebro para justificar actitudes falsas.
“El trigo crece junto con la maleza”, y es necesario desyerbar a toda hora, para que no corra peligro la cosecha.
La carta a los romanos, en sus capítulos 7 y 8, nos hacen exclamar desde el interior una serie de gritos dolorosos: “Yo sé que en mí, en mi naturaleza débil no reside el bien…pues aunque siento el deseo de hacer lo bueno, es el mal el que sale”.
De modo que los E.E. son para vencerse a sí mismo y ordenar los desarreglos, limpiar las afecciones desordenadas que tanto daño nos hacen.
Los E.E. son para recrear el espíritu de Ignacio con tres claves: recorrer el camino de la creación con el Padre, vivir la dinámica de la misión con Jesús predicador, y fortalecer la Luz del Espíritu renovando todo, dándole sentido nuevo a todas las cosas que se reviven a diario. La naturaleza toda es nueva cada amanecer….solo nosotros nos anclamos en las rutinas.
Vivir como COMPAÑERO de JESUS, creando en todo momento para dejar el mundo mejor de lo que usted lo encontró y se lo entregaron sus antepasados, y guiando con responsabilidad a otros con su palabra y actos. Para guiar debe tener claro la fuerza del Espíritu Santo que a toda hora le exige cambios.
Vivir el espíritu de los E.E, es como la renovación perenne de la naturaleza expresada en las hojas de los árboles que dejan caer las hojas viejas para poner unas hojas nuevas. Ese es el momento mas crucial del otoño. Renovar cada uno su espiritualidad, dejar lo viejo y caduco, dejar entrar lo nuevo y reconfortante.
Nota.
La mejor oración, es la que, entre usted y Dios haya comunicación íntima: sea oral, vocal, pintar, sentir, escribir, danzar suave como bailando con Dios, hacer presencia…con todo ese material de formas se manifiesta la dinámica de la oración.
En el Éxodo 3, 5-6 “No te acerques, descálzate porque este lugar es sagrado. Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de tus padres…y se cubrió la cara”.
Es importante una actitud de generosidad para hacer oración. Una alegría de encontrarme con el Señor. Una emoción de preparar la oración como una CITA, seria y fundamental para cambiar, para renovarme, para ser mejor persona. Y de humildad, cubrir el rostro. Por un lado de vergüenza, de tristeza, pero por otro de FE, al ser escogido, por esta oportunidad, por esta manera de crecer y renovarme como el otoño.
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