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Foto del escritorEl Camino del Yak

SENTIPENSANTE: UNA MANERA DE HABLAR Y ESCRIBIR CON EMOCIONES.




Una vez me preguntaron en la alta Bolivia, unos campesinos pastores de llamas, vicuñas, alpacas y guanacos que les contara cómo era el MAR. Me quedé sin palabras, la capacidad SENTIPENSANTE se paralizó quedándose muda en mi garganta. No sabía por dónde empezar la descripción. Cómo narrar las olas del mar, la inmensidad de sus aguas, la salinidad, el cúmulo de animales nadando en su magnificencia, el azul y todo el tornasol de cambios de colores, la fuerza de su energía, los vientos cómo azotan sus aguas. Las arenas de sus playas. Cómo pintarles el vuelo de las gaviotas por el aire, en el segundo piso de las aguas oceánicas. No, lo SENTIPENSANTE, se me agotó de pronto y no supe cómo contar la experiencia marina a unos habitantes sorprendidos ante el misterio.


Y otra vez en cualquier costa colombiana escuché a un pescador que me dijo desde la profundidad de su inteligencia simple, que ojalá hablara y escribiera siendo SENTIPENSANTE y esa advertencia o consejo me llegó al corazón; desde eso trato de escribir con el sentimiento en la mano y hablar con la fuerza del espíritu, con el respeto por el oyente.


Cada vez adivino mas en qué consiste ser, vivir, hablar y escribir con SENTIPENSAMIENTO, vivo y cálido.


Me he dedicado a escribir con el corazón para comunicar al corazón de las gentes. El esfuerzo de no separar los sentimientos de la razón. Poder transmitir con EMOCIONES, querer narrar tres aspectos claves: el desamor, la injusticia y la soledad de los humanos en esta tierra extraña. Casi que mi predicación apunta a desentrañar la soledad, el desamor, las injusticias, los lados negativos que sorprenden al ser humano en esta travesía por tierras extrañas y peligrosas.


Porque lo importante para mí es devolverle el PRESTIGIO a la PALABRA. Recuperar el honor a la PALABRA, tan perdido porque la promesa promete, pero la respuesta se queda en mentira.


Tenemos un mundo que hace tres cosas y nunca se arrepiente: matar, mentir y callar. Secuestrando a la Palabra de toda su verdad. Todos hablan con un desparpajo para no comunicar nada de nada. Todos hablan, pero sin ponerle el corazón a la Palabra y que se quede como un sartal de palabras sin un Sentipensante que comunique.


Yo quiero ser un Sentipensante en mi oratoria y en mi discurso hablado para comunicar la fuerza del Espíritu que me ilumina.


Yo quiero con mi palabra y mi pensamiento armonizar la música de Mozart para adornar la desnudez de las palabras con el sentimiento de la melodía.


Este cuadro de algún pintor espléndido, con la muerte y el violin por detrás, me inspira a contar historias, a sintonizar la música de Mozart y Mahler, de Verdi y de Vivaldi para envolver el mensaje como hace años lo hacia Juan el Bautista por las arenas del desierto árabe y palestino.


Un contador de cuentos e historias es el oficio del palabrero, del que se dedica a ser un parlante de Dios y de la vida. Yo soy como un juglar por las arenas del desierto, bregando a comunicar un mensaje a la Vida para que los que escuchen, se sorprendan con la Tierra y vivan. Un palabrero por la Goajira, bregando a cantar coplas, refranes, torvas y narraciones sobre la selva amazónica, para que los indios wayuu y los epinayuu comprendan lo que es la magnificencia de lo espiritual y la dinámica de la Fe.


Un día le pidió un hombre humilde, sencillo, sin educación que le escribiera una CARTA, de amor para “ella”. Enrique Buenaventura se quedó perplejo ante semejante petición, pero se superó del estupor inicial y escribió la carta no sin antes preguntar qué mensaje quería transmitir, y el campesino respondió que lo que el escritor expresara. Buenaventura escribió la carta y al otro día volvió el campesino y escuchó la lectura de la carta: eso era lo que quería escribir añadió desde su corazón. Cuando se habla y se escribe de corazón a corazón, el mensaje llega. Cuando el sintiente escritor escribe y habla; los que escuchan sintonizan las Palabras y albergan el mensaje en su interior.


Cuando un escritor narra con esperanza, el desaliento aminora, cuando invita a la solidaridad, el egoísmo decrece; cuando invita a vivir, la muerte se ahuyenta; cuando cuenta que la vida va en decrecimiento es como describir que el pájaro ya no quiere volar hacia allá… y lo que desea es volver al nido para meterse de nuevo entre el huevo y volver a nacer. Busca afanosamente a su madre la pájara, para que lo vuelva a engendrar. ¡Pero la madre ya no está!


Con razón los indios guaraníes, que no conocían el papel; cuando les explicaron para que eran los libros; ellos en su lenguaje lo describieron como la PIEL DE DIOS, apta para transmitir lenguajes, mensajes, palabras que llevan lecciones y vida a las gentes.


Que todos los mensajes de Navidad nos toquen el corazón a Todos y nos den fuerzas para otro año en pandemia, pero con vacunas, ojalá.




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1 Comment


mariaangelaescalante
Dec 27, 2020

Maravilloso escrito, toca el corazón y la piel, una belleza de relato

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