LOS VIRUS SE ATACAN CON
AMOR Y SOLIDA
Cuenta el mito de Antígona que dos hermanas habían entrado en un estado de ireconcialiación y desamor total. Pero un día supieron que su padre que había quedado ciego, no había cumplido bien con su papel de engendrador de la vida había vivido déspota, desordenado, ausente. Pero la enfermedad del final lo presentaba vulnerable, frágil y lleno de inconvenientes para vivir. Ese padre desnaturalizado era el gran Edipo y las hijas eran Ismene y Antígona.
Tomaron la determinación de ir ambas a cuidarlo, a estar cerca, a perdonarlo, a hacerle presencia, a animarlo en sus últimos años. Y además aprendieron a vivir juntas, a quererse y perdonarse la rivalidad y las tensiones. Hicieron un acto amoroso y humano; ser solidarias con el enfermo en este caso su padre.
La vida posee un estadio que llama CONFINAMIENTO, aislarse para tomar determinaciones, para protegerse, para vivir solo, para preocuparse por los demás, sin afanes ni sentimientos egoístas y personales.
2.
Hay innumerables experiencias humanas que cuando un grupo fuerte le ayuda a los débiles todos se fortalecen y ganan en riqueza emocional y productiva. Esto ocurrió con las hermanas de la historia y fortalecieron a su padre débil.
Cuando las células están vivas y saludables liberan las proteínas, se alimentan bien y generan armonía. Pero cuando enferman salen a buscar “otro aire” y se convierten en VIRUS. Podemos estar manifestando a nivel humano este desajuste biológico y emocional. Es necesario. Domesticar el lobo interior no solo volviéndonos responsables, solidarios, serviciales con los cercanos y sanadores de dolores y frustraciones ajenas.
SORORIDAD, es una palabra femenina, que apunta a vivir como hermanas, hacer las paces entre mujeres para avanzar en misiones que de otras formas son irreconciliables y difíciles. Dejar de lado los celos-envidias-recuerdos con inconvenientes para vivir en colaboración y no en competitividad.
Ojalá ustedes las mujeres hagan las paces y sean capaces de vivir en armonía y sororidad, para que nosotros los hombres seamos capaces de convivir sin pelear, sin inventarnos guerras, sin competir aplastando a los demás alrededor, ser dóciles de vivir en equipo.
SORORIDAD, es comprender que la otra persona no es lobo, ni enemiga, ni está atrincherada. Es convivir en los afectos y sanación interna para acoger y perdonar, para conversar desprevenidamente y compartir tareas conjuntas. Es unirse en una misión, que las descentre a ambas de sus egoísmos. Es domesticarse el lobo mutuamente.
Las dos hermanas HERIDAS, por la ausencia paterna, tenían dolor “egoísta y refugiante” en su tristeza. Pero la misión las ilumina para ver la luz afuera de ellas y encontrar sentido en el SERVICIO y en la COMPAÑÍA alimentaria de afectos.
Que viva el virus chino que se voló de ese país y contaminó al mundo entero: nos obligó a vivir el confinamiento, ojalá nos ayude a la SORORIDAD.
Aprendieron a ser y vivir cómplices y no rivales ni enemigas.
Marzo 19 de 2.020
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