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Foto del escritorEl Camino del Yak

“LA MALA HORA”, “AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA” Y “EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA”

TRES TITULOS PARA ANUNCIAR MUCHAS REALIDADES DE COLOMBIA CASTIGADA CON ESTE VIRUS.


La soledad y las mentiras nos fueron deteriorando, los secretos y la corrupción nos fueron desgastando, los pasquines de hoy que son los rumores que se despiertan a partir de las redes sociales, todo eso fue minando la salud social de Colombia hasta que el virus nos invadió.


Cada vez siento que el colombiano que mejor conoció este país es Gabriel García Márquez, lo conoció como periodista, como escritor, como pensador, como revolucionario de ideas y planteamientos, como hombre de influencias, como asesor, como cineasta, como ciudadano comprometido. Sus rasgos de buscador lo llevaron a mirar la realidad con ojos exquisitos, curiosos y observadores de forma inteligente.



Tiene que haber sido un hombre grandioso, cuando tejió sus novelas en la infancia de Aracataca, Sincé, Barranquilla, Zipaquirá y Bogotá. Y años después fue capaz de escribir en la soledad de la ciudad de México en 18 meses encerrado en un cuarto, lejos del mar, sin ríos por ahí cerca y a 2.500 metros sobre el nivel del mar, una novela prodigiosa contra el tiempo y las deudas del arriendo.

Muchos de los títulos de sus novelas, escritos, cuentos, narraciones, formas de expresión titulados con muchos años de anterioridad, son como anuncio de realidades que iban a ocurrir en el país. García Márquez en sus novelas exalta la grandeza y la miseria humana, salpicada de soledad por todas partes.


Los títulos de sus cuentos y novelas son como un PRESAGIO de lo que hoy está pasando en Colombia, América y el globo mundial. Solo con sus títulos, se adelantó a la sorpresa de vida que nos delata como algo que así no debemos vivir, pero padecemos.


Las narraciones, cuentos e historias son picantes, profundas, llenas de inteligencia para detectar el dolor humano y sus realidades intrínsecas. Los títulos anuncian las realidades que va a dibujar con palabras. García Márquez es un escultor de la palabra, de los giros, de las comparaciones, de las metonimias, de las exageraciones plásticas para describir la realidad de forma mágica y muy realista.


Cada palabra es como un ladrillo en la construcción de su arquitectura literaria, de una precisión hermosa y de una estética voluminosa. Todo está calculado y decorado de manera perfecta. Desde pequeño advierte que sintió la misión de ser escritor, tenía que escribir esa era su intuición fundamental. Y por eso se prepara con una capacidad de observación, curiosidad, sensibilidad y rapacidad para describir con semejante finura y humanidad, con claridad mental tan precisa y el juego de sus emociones. Además, integró a toda su familia; los recuerdos de los abuelos, la vida de sus padres, las experiencias de un niño que llegaba a la casa cada año, el desfile de gentes y parientes que dormían en el caserón de Aracataca, todo integrado, todo conjuntado, todo en tropel de recuerdos y vivencias, todo el caudal de “su vida PARA CONTARLA”.


La casa de los abuelos, era como un hostal de puertas abiertas para todo el que pasara, para todo el que necesitara, para todo el que pernoctara en el pueblo de Macondo. Allí era bienvenido de día para comer y de noche para dormir y descansar de las fatigas.

Esta época del “Corona-virus” que estamos padeciendo es como una mezcla insoportable de 4 obras tituladas por García Márquez, todas al tiempo. Estamos en una “Malahora”, con la espera irremediable de cuándo terminará esta zozobra, la misma del “coronel que no le llega la carta con la pensión”, nos parece el mundo como si fuera una HOJARASCA, sin ton ni son y sin sentido, y que “ni el amor en estos tiempos de la peste del cólera”, nos sirven para nada. Ese “amor” no es AMOR.


Estamos en una “Mala-hora”, momentos difíciles de cambios estructurales serios y profundos, que todavía no dimensionamos; unos creyendo que cuando esto acabe, volveremos a la normalidad y otros adivinando que la vida será demasiado distinta y todavía no advertimos sus consecuencias. Pero los cambios serán severos; así con este como tsunami la realidad cambiará toda, las relaciones serán muy distintas, los espacios cambiarán todos, las realidades nos mostrarán otras facetas, nosotros mismos nos asustaremos de nuestro rostro y nuestro corazón sin poder adivinar bien quienes somos, hasta que termine de caerse nuestra máscara y nos reconozcamos en el verdadero Yo, que irá emergiendo de a poco, según sea la sinceridad y voluntad que le pongamos. Nos demoraremos mucho en volver a ocupar una geografía que cambiará de todas maneras. El planeta Tierra, será “una nave espacial-terráquea” diferente y nosotros unos pasajeros extraños.


“La Hojarasca”, será un manto de suciedad que nos demoraremos demasiado en limpiar, en despejar. Una acumulación de accidentalidades que mientras tomemos conciencia que era algo obsoleto y lo reemplacemos por lo fundamental, tomará tiempo y esfuerzo. Solo un aviso es claro: así no podemos seguir viviendo. Cambios estrictos, conductas nuevas, relaciones mas amorosas y comprometidas. Mas humanidad, lejos de la superficialidad con la que nos comportamos. Mas respeto por la vida y mas compromiso cercano con los otros. Cuidar de manera seria a la Tierra, tan desgastada y abusada como la hemos tratado, no puede seguir. Decidirnos a ser HONESTOS, que los dineros públicos son de todos y nadie puede apropiarse de ellos, ni malgastarlos.


La Hojarasca es un problema de humanidad severo y desde siempre, un mito que nos habla de no enterrar a un muerto. Algo simbólico para no enterrarnos entre nosotros, dejar el cadáver insepulto con una frescura de egoísmo total. Un desentendimiento de los demás, con una mirada de cínico y de no me importa, como la que vivimos. Algo así como que los demás existen, pero cuando yo los quiera visibilizar, cuando los quiera borrar de mi corazón y pensamiento, los dejo de lado. Algo así como COMODINES.


Colombia no enterró cadáveres, los despedazó, los desapareció, los secuestró, los picó de forma brutal, los hizo huir. A otros los precipitó al fondo de los ríos y en las profundidades de las ciénagas y pantanos, en bolsas de basura.


Esta espera, estas horas lúgubres, sin ocaso, pero atormentadoras son muy parecidas al “coronel no tiene quien le escriba”. Los viernes salía al puerto para ver llegar la lancha con el correo, con la leve esperanza que la carta con el cheque, apareciera. Cada viernes una frustración mas y un golpe a la esperanza fallida. Ni carta ni cheque. Todo en vano, siga esperando hasta el otro viernes de la lancha con correo y del correo sin cheque. Esperar, como si todo se arreglara cuando nos levantemos la Cuarentena. No hay correo cerca, ni cheque para cobrar. La vida será distinta sin cheque y sin correo de aquí en adelante; un nuevo panorama vital que tendremos que diseñar entre todos.


La novela “del coronel”, es todo un cántico de las injusticias de la vida. Está reclamando su cheque, pero nadie le pone cuidado desde la capital, la provincia tenía que esperar, que sufrir. En la capital el interés es poco. Así es la vida llena de injusticias y momentos dolorosos que debemos sufrir. Todos podemos rezar unas letanías de injusticias que la vida nos ha proporcionado a todos desde antes de nacer, porque incluso están cocidos a nuestra familia desde hace mucho.


Hoy con este VIRUS, todos esperamos el levantamiento de la CUARENTENA, ojalá mañana, para volver a la realidad y abrir las discotecas, viajar, ocupar restaurantes y hoteles, abrir los aeropuertos e ir de visita a donde nuestros familiares. ¿Pero cómo volver, como antes?

Pero mientras vivimos estas horas “amargas y tensionantes”; el amor hay que rediseñarlo de otra manera. Ese amor plano y manipulador que hemos implementado hasta ahora, no puede seguir. Ya no se soporta. Es inhumano. Nos asomamos a “un Amor en tiempos de virus”, de cólera, de enfermedad, de caos. Este virus nos demuestra que andamos enfermos, que estamos graves, que moribundos no vale la pena vivir.


El amor, como lo manifestamos, no nos llena, vivimos inválidos de afecto.


Y eso para no narrar los relatos de “la abuela goajira y su nieta desalmada”, que vivía por las rancherías en una explotación del cuerpo de su nieta, prototipo de cientos de personas que viven del alquiler y explotación de unos con otros. El cuerpo como sitio de alquiler y sosiego por horas. Que de alguna manera nos delata porque nos arrimamos por ratos cuando necesitamos alguna caricia, y nos encerramos cuando queremos castigar a los otros, y desconocerlos.


Y los “relatos de un náufrago”, un cuento sobre un marino contrabandista que cayó en aguas del Atlántico y vivió a la deriva del mar por unos días y se salvó. Como nosotros en estos días difíciles de naufragio insospechado. Somos “sobrevivientes” de un mar azaroso.

El otoño del patriarca” una obra monumental para narrar los exabruptos de nuestras monarquías y dictaduras no solo en los países, sino en las casas y colegios. Violencia contra esclavitud. Poder versus obediencia ciega. La agresividad del pater-familia en casa contra la mujer y los hijos. La violencia de las relaciones familiares. Las dictaduras de los hombres o de las mujeres que se imponen y castran.


Del amor y otros demonios”, obra donde narra de manera sublime los odios y desamores en lucha franca contra el amor y la dignidad. Las luchas desiguales entre el amor y el desamor. El bien y el mal, en una lucha desigual llena de trampas y vericuetos, donde todos somos víctimas.


El general en su laberinto”, una parábola a raíz de la vida de Bolívar, que es un reflejo de la frustración y fracaso de nuestras vidas al final, sobre todo después de habernos creído el dueño del mundo y el libertador de todas las opresiones a las que fuimos a dar con nuestras conductas. Hoy derrotados y anulados, rumiamos los errores pasados y los horrores cometidos, casi que al borde del camino y sin aire para avanzar.


“Crónica de una muerte anunciada”, un crimen cometido a la luz del día, y con aviso por todas partes. Anunciado con anticipación, como muchos en Colombia que se sabe desde antes. Así por venganza, celos, envidias, mal manejo de la realidad ocurren en nuestro país, miles de asesinatos anunciados. En Colombia estar amenazado de muerte es un pan cotidiano. Todo el que se injerta en algún problema social, está amenazado de muerte y por lo tanto está ANUNCIADO. Quien debe dinero está anunciado. Quien no es agradecido con un favor recibido, es soplón y traidor, está AMENAZADO. Quienes se arriman a la propiedad “privada y afectiva” de otro, las paga y con la “vida”.



Con este virus, a partir de esta época de CUARENTENA, necesitamos diseñar un mundo diferente, una Tierra Nueva.


Tendrán que cambiar los colegios, las universidades, los modelos de venta en los almacenes, el mercadeo de productos, el transporte, los viajes, los saludos, las relaciones humanas, el esquema bancario, las maneras de vivir el ocio y los entretenimientos. La manera de bebernos unos tragos conversados y compartidos. Los que viven solos, y “disfrutando” su soledad, su espacio privado y sus gastos, van a tener que COMPARTIR. Es urgente la responsabilidad personal y la solidaridad colectiva. Urgente el respeto y la tolerancia.


Hasta la Iglesia, la Fe y la religiosidad sufrirán muchos cambios de fondo. Nacerá una nueva generación con los verbos del Resucitado: Acompañar, Alimentar, Predicar, Perdonar y Servir.


Pero mientras nos demoramos en desmontar las ruinas de una religiosidad bastante vieja y trasnochada encabezada por la Iglesia, sacerdotes caducos y personas fanáticas que quieren devolver a la Iglesia a los años 1.950 y 1.960 será un adefesio. Esta ultima semana santa, es un final perfecto de una iglesia que sacaba a pasear las imágenes de Jesús y de María por las calles, sabiendo que eso ya no hace crecer y no nos deja madurar la fe, por recrear las religiosidades encerradas, egoístas y solipcistas.


Es necesario que los católicos demos otra imagen, que seamos testimonios de manera diferente y mas adecuados con la vida de hoy.


La imagen de la iglesia y los católicos es bastante pobre y menesterosa. Qué bonito hacer la Fe, no rezarla.


Las rivalidades y tendencias egoístas de todas las iglesias y propuestas de Fe, tendremos que unirnos y vivir en la misma dirección.


Ojalá la ECONOMIA, la POLITICA, y los organismos gubernamentales cambien se transformen, sean capaces de diseñar un mundo NUEVO. La desmesura de sueldos y ganancias de manera oprobiosa, habrá que recogerla y ponerle medida. Los deportes y el futbol desorbitado tendrán que vivir con algún freno.


Sera importantísimo el refuerzo de la INVESTIGACION, pero no solo mercadeo para vender mas, sino en educación, salud, y problemas que llevamos mucho tiempo posponiendo sus respuestas con muy poco compromiso real.


Estar consumiendo objetos será un freno individual. Nos hemos dado cuenta que acumular ropa y cuadros, porcelanas y adornos, joyas y bisutería es bastante oneroso y desgastante. Nada de eso es importante. Este virus nos ha ayudado a relativizar la vida y sus accidentes. Cambiarán los Fridays para vender. Los cines se cerrarán, porque no nos podremos sentar con desconocidos que nos contagien.


Los aeropuertos y aviones, necesitarán una reestructuración. Los barcos anunciando cruceros, dónde van a hacer escalas y si son enfermos para bajar o aliviados sin garantías. Todo estará listo para cambios drásticos y fundamentales. Ya será exótico ver a una señora o un señor vivir en su apartamento, como “persona solitaria”, sin compartir afectos, gastos y espacios. La arquitectura y diseño será distinto y obligará a la ingeniería a reinventarse. Toda irá siendo nuevo.


Los “hermanos separados” por distancias y pasados agredidos, tendrán que convivir de otra manera para ahorrar gastos y compartir emociones. Hacer las paces y perdonar las rivalidades. Vivir la hermandad es importante como fraternidad y socialización con la Tierra. Es que la Tierra es nuestro planeta para disfrutar y padecer la vida. La gozamos y sufrimos juntos, no aislados.


Ya no podemos vivir y sufrir “los 100 años de soledad”. Ya no podemos vivir esta “crónica de la muerte anunciada”, de nuestra civilización tan triste como las mujeres del libro del autor magnifico ganador del Nobel en 1.982.” Memoria de las mujeres (putas) tristes”.

Es necesario recuperar entre hermanos las relaciones humanas, sanas y aprender a convivir en medio de las realidades de vivir: sufriendo y gozando juntos. Con las cualidades y debilidades que cada uno oculte, muestre y vaya destapando con la convivencia. No somos mas por ocultarnos.


Amaneceremos a otro día. Un mundo nuevo. Y mientras tanto torear este virus maligno que un día salió de China con aislamientos inteligentes, humanos y con mucho cuidado personal.


Pero con dimensión solidaria sin fiestas anteriores-antiguas. El mundo será nuevo. Tendremos que organizar tres grupos humanos: ancianos con graves riesgos, adultos en producción y niños frágiles.


Hace un tiempo un presidente que se posesionaba de su cargo máximo, nos dijo con una impavidez sin parpadear: bienvenidos al futuro. Hoy parece que esa frase será de verdad de otra manera. Y bastante real, cruda, drástica.

Abril 15 de 2.020

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