¿Quién es la Gaia? Es todo el tejido interactivo de los organismos vivos que la han habitado durante 4.000 mil millones de años
¿Qué es la Gaia? Es la delgada capa esférica de tierra y agua que existe entre el interior incandescente de la Tierra y la atmósfera superior que la rodea.
Gaia es una metáfora viva de la Tierra fecunda y generosa que nos alberga y alimenta. Esta Tierra funciona como un organismo único y autorregulado, formado por componentes físicos, químicos, biológicos y humanos. Todas estas relaciones complejas y variables son las que están en peligro gracias a la acción humana tan descarada como torpe debido al egoísmo, la ignorancia y el paradigma de creerse el dueño de la Gaia que la explota sin ningún tipo de cuidado.
A esta Gaia, los humanos le estamos infligiendo un daño cada vez mayor y un dolor cada vez mas irreversible. Mas calor del soportable, crecimiento humano descarado, degradación de la tierra, agotamiento de los recursos, acumulación de deshechos-basuras, polución de todo tipo, cambios climáticos, abusos de las tecnologías, destrucción de la biodiversidad, y un cúmulo de amenazas y violencias contra su interior, superficie, piel y alma que de muchas maneras la maltratan, la fustigan, la hieren.
Reconocer el problema es el primer paso, comprender y sacar conclusiones a la luz de la Conciencia es el segundo paso para entrar en el final, que es hacer algo al respecto.
Somos peligrosamente ignorantes de nuestra propia ignorancia y pocas veces conseguimos tener una perspectiva global de la realidad. Si de verdad queremos vivir en armonía interior debemos respetar y querer a la Gaia.
Marte y Venus están muertos hace miles de años por motivo del calentamiento que hizo morir la atmósfera que la rodeaba. El horno en el que se convirtieron llegó a 80 grados de calor infernal y todo se secó. La Tierra se está calentando peligrosamente. Como repitiendo el mismo procedimiento.
De ahí que es necesario volver a adorar a la Gaia como un lugar sagrado, respetable y como madre que necesita cuidados amorosos y humanos.
Todo esto que hablamos de desarrollo sostenible es integrar tres aspectos fundamentales: bienestar social, prosperidad económica y protección del medio vital.
Parece que aun no salimos de la tribu carnívora y antropófaga del pasado que caminamos por la vida buscando alimento y todo lo confundimos con comida, por el hambre tan vergonzoso que nos dispara las compulsiones para devorar sin ningún tipo de respeto con tal de arrasar, violentar y calmar nuestra pasión egoísta. Estamos muy lejos de haber captado que, desde las bacterias hasta las ballenas, todos formamos parte de la biodiversidad con la Tierra viva o la Madre Gaia.
Desde que descubrimos el fuego para hacer arder los bosques, nos convertimos en cazadores agresivos que prendimos candela para atrapar mas fácil a los animales y poder comer sin tanto esfuerzo. Desde los comienzos iniciamos la demolición de la Gaia.
Cuando un diabético desarrolla su enfermedad no es solo tomarse los medicamentos lo que lo sana, sino hacer ejercicio y cambiar de estilo de vida. Lo mismo ocurre con la tierra, no solo cuidarla sino transformar todo el estilo de vida y protecciones para con ELLA. Nos queda demasiado por cambiar nuestras costumbres agresoras y descuidadas.
La Gaia es un caparazón delgado, esférico con una materia que rodea las rocas incandescentes y el magma interior de la Tierra hasta unos 160 kilómetros bajo la superficie hacia el interior y que luego se levanta otros 160 kilómetros hacia arriba a través del océano y el aire y que linda con el espacio exterior.
En toda esa superficie regula un sistema fisiológico, químico, electromagnético, físico, eléctrico, vegetativo, de tal manera que se produzca la VIDA.
La clave para comprender la Gaia, es recordar que opera dentro de una serie de límites y restricciones. Todo tipo de vida es impulsado por genes egoístas para reproducirse y si las únicas fronteras son la competencia y el esquema depredador, el resultado tiende al Caos. La Gaia está expuesta a la composición atmosférica, a los océanos y al clima que generan o estabilidad o lo contrario para su supervivencia. Porque toda forma de vida en la Tierra tiene unas condiciones de temperaturas máximas, mínimas y óptimas para su gestación, nacimiento y desarrollo.
Lo mismo sucede con la acidez, salinidad y la abundancia del oxigeno en el aire y en el agua. En consecuencia, los organismos deben vivir dentro de los límites de estas propiedades del medio ambiente. Las células individuales que constituyen la vida necesitan una combinación exacta de sales y nutrientes en su medio interno y solo toleran pequeños cambios en la composición del medio que las rodea.
Si la concentración de sal sobrepasa el nivel crítico del 8 por ciento el organismo muere inmediatamente. Los organismos se han adaptado a este problema hasta cierto punto. El agua de mar tiene un 6 por ciento de sal y está cercana al punto letal, pero la selección natural ha favorecido a los organismos que pueden generar sustancias capaces de neutralizar las consecuencias dañinas de ese aumento salino. El Universo y en él, la GAIA es un todo mucho mas complejo del que imaginamos.
La Vida en la Tierra empezó hace tres o cuatro mil millones de años. Para ese entonces el sol era un 25 por ciento menos luminoso que hoy. Creemos que las tempranas manifestaciones de la Vida resolvieron el problema mediante la evolución de organismos llamados metanógenos, que aun viven en nuestros intestinos, en las oscuridades y en los lugares donde no hay oxígeno. Al principio era el sol demasiado frio y hoy avanza hacia estadios cada vez mas calientes y los hombres provocamos mayor capacidad de calentamiento con el mal comportamiento que hacemos al no cuidar la GAIA como lo merece.
La aparición del oxígeno fue un acontecimiento tan importante para la existencia de la GAIA como la pubertad para los humanos. Impulsó la evolución de las células vivas mas complejas, las eucariotas y con el tiempo llevó a los inmensos conglomerados de células que son las plantas y los animales. Con esa misma importancia le permitió a la Tierra mantener los océanos actuando como barrera frente al escape de hidrógeno al espacio. En ese período la era Proterozoica, solo había organismos unicelulares y no quedaron fósiles.
El sistema solar extrae su energía del sol. Ese gran horno nuclear lleva funcionando más de 4 mil quinientos millones de años y va por la mitad, según se cree, hasta que se agoten el helio y el hidrógeno que le hacen de material de combustión. Por ahora es un productor fiable y continuo de luz y calor. Pero está calentando demasiado para la piel de la GAIA.
La Tierra morirá por exceso de calor. La Tierra no se incendia, pero se convierte en un horno tan cálido que puede fundir el hielo de Groenlandia, la zona Antártica y hará que los océanos suban hasta 14 metros el nivel del mar ahogando a las ciudades costeras.
En términos prácticos, el sol será demasiado cálido para hombres, animales y plantas e incluso para las formas de vida microscópicas, bacterias y termófilas que abundan en la Tierra.
Las algas marinas que navegan en las aguas de los océanos toman el aire del dióxido de carbono y es el que las hace crecer…y las algas en el mar son fundamentales para la nubosidad protectora del sol…sin embargo cada vez hay menos algas en el mar. Las algas fosilizadas son el origen del petróleo. Toda tierra cálida es una Gaia débil.
La segunda ley de la Termodinámica dice que todas las cosas tienden a desgastarse, degenerar y desordenarse.
Desde que empezó la Vida hace mas de 3 mil millones de años, los restos de los seres vivos se han enterrado en el suelo o en los lodos del fondo marino, en los ríos y en los lagos o pantanos. Los combustibles fósiles son producto de organismos vivos y no menos naturales que un pedazo de madera. Pero el delito contra la Gaia es querer sacarlos a la fuerza y violentando el ritmo que ella posee para procesarlos en su interior.
Dentro de cada una de los miles de millones de células que forman nuestros cuerpos hay pequeñas capsulas llamadas mitocondrias. Estas son centrales energéticas de nuestras células y funcionan con oxígeno y alimento. Son las encargadas de funcionar para la actividad: andar, correr, pensar, decidir. Muchas de las formas de cáncer son provocadas por venenos en las mitocondrias que intoxican el cuerpo y matan las células vivas.
Son reactivos peligrosos. El oxigeno está descompensado. Pocos son los que están conscientes del oxígeno como agente cancerígeno cuando lo tomamos mal.
Nuestras religiones no ofrecen reglas, procederes y pautas para armonizar las relaciones con la GAIA. No estamos preparados para ejercer el mandato de administradores, ingenieros y arquitectos de la Vida en la TIERRA. Somos como unas cabras cuidando el jardín. Quizá necesitamos un nuevo Sermón de la Montaña donde fijemos que la ARMONIA con la TIERRA nos hará Bienaventurados.
Los franceses tienen un eufemismo extraño pero muy profundo para referirse al orgasmo: PEQUEÑA MUERTE. ¿No será que de orgasmo en orgasmo cada que herimos a la GAIA nos provocamos la muerte y con la nuestra la de la madre tierra? Un orgasmo es una pérdida con un potencial enorme de ganancias amorosas, humanizadoras, esclarecedoras de afectos y uniones llenas de sentido…pero cuando maltratamos la Tierra solo es pérdida y violencia, dolor irreparable., anuncio de egoísmo solitario e insolidario. Cuando realizamos orgasmos altaneros no tenemos en cuenta las necesidades de la OTRA, de la GAIA.
Y la GAIA es lo femenino, la fuente de la maternidad, la hembra por excelencia. El útero fundante. El vientre fecundo y sagrado de la vida. El Horno moldeador de la humanidad. La Gaia, es la vida con brazos y cuidados femeninos, maternales y vibrantes de amante fecunda, fértil y llena de pasiones. La Gaia es piel amorosa y multiplicadora de vida. Que se debate en la enfermedad y el descuido. Entre el abuso y la violencia masculina. La Gaia, es además una niña que necesita el abrazo protector y los regalos afectuosos para sentirse mimada, querida, respetada. Es la abuela cansada de la vida y merece todo el agradecimiento por habernos dado la existencia, aunque ahora la veamos fatigada.
9 de febrero 2.008
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