Son como tres escenarios; fuimos creados por un Dios Padre que conformó una familia de hijos. Nos puso un radar de búsqueda, de preguntas, de orientación por intereses en la vida y cada uno lo maneja a su manera. Y nos dijo muy claro vengan y vean como vivo y que quiero.
Así son las gradas evolutivas para vivir: descubrir que somos criaturas, instalar unos vínculos con el Padre que vamos descubriendo, organizar unas relaciones de Padre con hijo. Preguntarse, hacernos preguntas, investigar la vida y las posibilidades que cada uno posee según la vida que lo rodea y tener la capacidad de observar para poder dar salida a ir y VER, escuchar cómo nos llaman a Movernos.
En los diferentes escenarios de Jesús nos pueden llamar mucho la atención distintas formas de descubrirlo: la multiplicación de los panes y ver tanta gente comiendo el producto de su generosidad y abundancia. La ternura con la que se arrima a una viuda y le devuelve la vida a su hijo. La cercanía con un ciego, sordo o paralítico y su condición de médico que siente el dolor ajeno y tiene respuestas de salud y humanidad. Otras veces es un sabio que habla, que hace pensar, que ordena unos pensamientos para animar a vivir. En otras oportunidades da sabios consejos para que sus discípulos vivan mejor la vida y se comporten bien. Muchas oportunidades de ver a Jesús y entusiasmarse con su manera de proceder.
Pero lo que mas me anima de Jesús es su mirada de afecto, de compasión con la que escuchaba, animaba, se refería a las gentes. Un tacto humano cálido, una sensación de frescura, una forma de animar a vivir a su alrededor. UN estimulador constante para invitar a la vida.
Con ese escenario llamó a Juan y a Santiago. A Pedro y Andrés narra que estaban en la playa, remendando unas redes. Y los llamó y ellos de inmediato dejaron los enredos y le siguieron. Redes son todos los asuntos en los que nos enredamos los seres humanos, las trifulcas que armamos para poder vivir “ocupados”, resolviendo problemas. Redes que nos va atando, redes que nos complican la vida, redes de compulsiones que nos atan de diversas maneras; unos lo económico, otros los afectivo, en muchos las pasiones, las conductas repetitivas. Bastantes dan muestras de vicios y rituales cotidianos que nos quitan la libertad y las sensaciones de vivir en paz.
Las implicaciones de las telarañas opresoras que tenemos son infinitas. Los seres humanos inventamos redes para aprisionarnos de mil maneras. Trampas en las que caemos de muchas formas y nos enredamos de manera inútil. Pedro y Andrés andaban enredados en otros asuntos y vivían distraídos de las causas serias por dedicarse a las vanas y superficiales.
Las redes del miedo, de la inseguridad, de la falta de riesgos, de la soledad agresiva o egoísta, de la falta de intereses, del encierro personal que no nos deja abrir, de la peleadera, de la pereza para vivir alerta y ocupado de forma seria. De la falta de creatividad y el peso de las rutinas.
Septiembre 27 de 2.020
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