Jean Giono, un escritor francés narró una historia simple que conoció en el sur francés, por los campos y montañas de la Provenza, unas montañas secas, desérticas y poco fértiles. Arrasadas por el olvido y la dejadez humana. El era un aventurero y caminante de montañas, en uno, de esos paseos conoció esta historia: Elzeard Bouffier, era un hombre de 55 años que vivía solo en un paraje montañoso rodeado de una 20 ovejas y cabras, en una casa de piedra que él mismo había reconstruido. Anteriormente había tenido señora e hijo, pero ambos habían muerto, dejó el valle y se fue a pasar solo sus últimos años rodeado de animales y de paz.
Alla vivía la rutina de lo mismo: sacar a pastorear al aprisco y recogía semillas. Venia a almorzar y descansaba un rato para volver en la tarde al mismo oficio. Pero en la tarde con una barilla hacia huecos y sembraba robles, abedules, encinas y tenía por tarea 100 diarios.
Llegó a sembrar mas de 100.000 árboles por toda esa montaña. Que los de abajo del valle llamaban montaña mágica, porque advertían que cada día había mas árboles y no sabían quien los sembraba. Eran tierras medio abandonadas y sin dueño. Con casas no habitadas y en ruinas. Pastos secos y sin vida. Anulación de vida animal, a nos ser las pocas cabras del señor Bouffier.
“Para que un personaje manifieste sus mas excepcionales cualidades, hay que tener la fortuna de verlo actuar por un intervalo de varios años. Si dicha actuación está desprovista de egoísmo, si obedece a una generosidad sin par, si es del todo cierta que no abriga ningún afán de recompensa, y que, por añadidura, ha dejado una huella patente en la faz de la tierra, entonces no cabe error alguno.” Es un gran hombre y su obra es espléndida y reconocida.
El ser humano es admirable cuando se desprende de su egoísmo y dedica sus energías, sus cualidades y sus intereses a CREAR, a Construir, a dejar el mundo mejor de lo que lo encontró. Su trabajo duró 40 años, haciendo lo mismo reconstruyendo un paraje montañoso donde la biodiversidad fue cambiando de a poco, los bosques atrajeron los pájaros, y otros animales pequeños, las aguas brotaron y en forma de ríos fueron bajando de la montaña hacia el valle, se convirtió la aridez en fertilidad y nueva vida. El bosque cambió la tierra y la tierra mostró otra forma de vida. Los altos, transformaron las tierras de abajo y nadie supo, pero disfrutaron los beneficios de arriba.
El carácter de una persona se ve forjado en muchos años de ACCION. Eso fue lo que mostró con constancia y disciplina mas un amor por las montañas, este genio constructor de vida con una humanidad admirable y una benevolencia sin par hasta el final de su vida. En una tierra que no aparecía escriturada en su haber; por amor a la naturaleza y con total desprendimiento.
Los arboles sembrados por estas manos humildes y analfabetas, atraen las lluvias, cambian el hábitat que está trazado por la desidia y olvido de las otras gentes y por el gobierno francés, era la antesala de la primera guerra mundial. Bouffier gastaba su vida responsable con un compromiso diario de sembrar, de cambiar el hábitat, de transformar unas tierras secas en bosques con vida. Trabajo sencillo, sin hablar porque no tenía con quien dialogar, pasaba el día en silencio y acción.
Este libro-novela se convirtió en una manual para reforestar, un motivador para cambiar los habitas estériles, para generar unas fértiles montañas y con vida. Esta FABULA, es un librito generador para fortalecer el alma, motivar el corazón, sembrar esperanzas, animar a los destructores con una forma simple de narrar una historia sencilla pero muy humana.
Entre las dos guerras, hubo unos cambios fenomenales en estos parajes montañosos del sur de Francia, gracias a la labor solitaria y silenciosa de Bouffier, dejó el aprisco y lo reemplazó por panales de abejas para producir miel. Sembró menta por las tierras bajas para vender su producto. Perfumó los bosques y vinieron las mariposas, las ardillas y otras formas de vida saltarina. Cambiaron de tal manera los bosques que fueron llegando otros pobladores hasta ajustar 10.000 según censo. De pronto apareció un gendarme guardabosques para hacerle una recomendación al Bouffier: no irle a prender fuego a los árboles, con voz grave y desconociendo al sembrador oficial, como si no existiera. Con un desconocimiento total de ni siquiera preguntarle por el origen del bosque. Bouffier plantaba arboles con sus manos silenciosas y el corazón solitario.
La montaña es un estado del alma personal, según como la decoremos es la salud mental y espiritual. El tiempo que le dediquemos al bosque interior en soledad y silencio será fundamental para los predecesores.
Tareas de compromiso humano con la tierra. NO tenia herramientas, solo sus manos bondadosas y una barrilla para hacer con paciencia y orden los huecos para poner con amor las semillas de bellotas, las semillas de abedules y de las encinas. Convirtió una montaña mágica como llamaban los de abajo, la parte alta de la cima. ¡Un pentecostés!
Mayo 31 de 2.020
Para celebrar el día de pentecostés.
El carácter de una persona se ve forjado en muchos años de ACCION. Nos demoramos para crecer y ser personas.