“Un minuto después de la última explosión, mas de la mitad de los seres humanos habrá muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas, derrotarán a la luz solar. Y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo. Un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes y cuyos pájaros no encontrarán el cielo. Las nieves perpetuas cubrirán el desierto del Sahara, la vasta Amazonia desaparecerá de la faz de la tierra, destruido por el granizo y la era del rock y de los corazones trasplantados estará de regreso a su infancia glacial.
Los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido la oportunidad de un refugio seguro en el lunes aciago, a las tres de la tarde de la catástrofe magna, solo habrán salvado la vida para morir mas tarde por el horror de los recuerdos. La creación habrá terminado. En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas.
Este no es un mal plagio del delirio de Juan en la isla de Patmos…sino la visión anticipada de un desastre cósmico que puede suceder en este mismo instante”.
Párrafo fabuloso escrito por Gabriel García Márquez donde nos advierte de un peligro inmenso donde estamos parados por una agresividad grosera que nos delata como que el ser humano es peligroso para vivir en la tierra y el principal sospechoso de la tragedia del Mundo. Párrafo, mas allá de la poesía y delicadeza con la que escribe, es un campanazo a nuestra grosería para vivir en esta tierra con tanta despreocupación y violencia.
2.
Evangelio de Juan capítulo 20, 19-31.
“El día de la resurrección, primer día de la semana, por la tarde, estaban encerrados los discípulos reunidos por miedo a los judíos, cuando se presentó Jesús y les dijo: les doy la paz.
Dicho esto, les mostró las manos y la herida del costado y les sopló para darles al Espíritu Santo. Y les dijo, así como mi Padre me envió, así los envío a ustedes para que vayan por el mundo entero.
Tomas no estaba con ellos, pero cuando le contaron dijo que no creía hasta no ver sus manos y la herida del costado….
8 días después volvió a aparecer y Tomas si estaba. Jesús se presentó y le dijo a Tomas, que ahí estaban sus manos y su costado del tórax. Tomas, exclamó Señor Mío y Dios mío.
Dichosos los que creen sin haber visto”.
Una cosa es creer y otra pedir certezas. Muchas cosas de la vida no las veo, pero eso no tienen nada que ver con la creencia. Hay cosas que no veo, pero son reales. Yo no vi mi nacimiento, pero mi madre me dio a luz, aunque yo no recuerde. El aire que respiro en cada instante no lo veo, pero siento que me alimenta y fortalece para vivir.
Necesito la fe para creer en mí, para subir la autoestima, para creer en los demás, para tener fe en la vida y sus posibilidades. Para hacer negocios debo creer en los demás.
Dios es Creador y la fuente de la vida evolutiva donde yo avanzo y progreso gracias a esa continua transformación. Creer es clave para el desarrollo humano y de la vida.
Fe es un aspecto, otra cosa es las certezas, que a duras penas hay muchas científicas. Fe y certeza son dos aspectos diferentes: vivimos en la fe.
3.
Hay un mito sensacional llamado la espada de Damocles. Damocles era un rey, que tenía su propio reino. Y ocurrió una noche un evento grandioso que da lugar al Mito. Tenía el rey un cortesano que adulaba mucho y se mantenía diciéndole apuntes al rey.
Un día que iba a dar una fiesta, el rey le propuso cambiar los papeles: usted hace de rey para que experimente los difícil que es el rol y yo hago de mesero en la fiesta. Cambiaron.
Cuando el cortesano empezó el trabajo de rey, se do cuenta que una ESPADA, pendía encima de su cabeza solo amarrada de un hilo de crin de caballo. Y empezó a sentir mucho malestar, miedo, escozor.
Así estuvo toda la noche: con miedo porque la espada podría caerse y matarlo.
Así son todos los que viven con síndrome de Damocles, síndrome de espada.
Vivimos sin fe y fuera de eso con temor, con angustia, la fe como que no nos sirve para nada. La violencia, sin paz, sin unión, llenos de problemas. No tenemos tiempo de predicarlo, de hablar bien de la vida, de ser buenas personas gracias a la fe.
Dónde queda la fe, la paz, la unión, la alegría de creer. Como ejercitar el mandato de predicarlo e ir por la vida PERDONANDO.
Pareciera que el Evangelio, se perdió por hoy.
Si hay alguna noticia es el cataclismo de Damocles que nos avisa del peligro de la tierra en menos nuestras de tanto dañino y destructor como sin fe.
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