Pregunta voluminosa. Respuesta trigonométrica. Pero como contestó el Papa Francisco amaba, era todo amor. Pero como el amor no se puede quedar adentro sino que hay que expresarlo, se le ocurrió dejarlo salir en forma de Energía expansiva y se inventó una explosión misteriosa que en forma de elipses, tirabuzones y espirales empezó a dar vueltas creando todo lo necesario para que algún día brotara la vida.
Cuando la vida dio vueltas en miles de formas apareció el hombre, la mujer, los hijos y hubo familia. Familia para que conversara y escuchara, para que compartiera y aprendiera, para que sufrieran juntos y superaran los problemas. Familia que reflejará el AMOR de Dios como interlocutores y dialogantes. Dios necesitaba comunicarse como lo debe hacer una familia entre sí. Hablar, escuchar, reflexionar y actuar en conformidad. Toda familia tiene tres maneras de expresarse con actos de bondad, con dichos y gestos convidando a la bondad y con parábolas-ejemplos-narraciones que inviten a que se practique el cuento, en la realidad, en la vida concreta.
Los once primeros capítulos del libro del Génesis son monumentales y esplendorosos. Son una lectura desde el fondo del ser humano captado desde hace siglos y escrito y descrito con símbolos, imágenes, luchas internas y así poder bajar hasta una antropología bastante fina y demasiado humana, leída, sufrida y escrita con una inteligencia abismal que desde hace tanto tiempo hayan sido capaces de explicar de maneras tan plásticas y profundas esas heridas tan humanas, todo eso es un acierto espectacular y plausible. Ese pueblo arameo fue magistral y no solo vivió estos dramas humanos sino que fue capaz de escribirlos para la humanidad posterior. Y todavía con vigencia.
Pero desde muy rápido esa familia entró en conflictos: la pareja se distanció de Dios, se inculparon entre ellos, el uno “sorprendió al otro”, y los hijos no solo no se cuidaron sino que el uno mató al otro y llegó a la casa, encerrado y egoísta. Mató y no enterró, desapareció de su corazón a su propio hermano. Lo dejó a la deriva de los animales carroñeros y sin ninguna oración de despedida. Todo quedaba roto y a la intemperie.
La familia entró en desesperación y desasosiego. Fue tal la situación que advino un diluvio grande que era el símbolo de la crisis integral de la familia: problemas económicos, sociales, afectivos, de fe, de sentido, de salud, de convivencia, de trabajo, de moralidad y de luchas intestinas que hicieron interminable las lluvias y los relámpagos, los truenos y las descargas eléctricas casi que en un sinfín vergonzoso.
Se fue desintegrando la familia toda: separación, hijos reaccionando con diferentes actitudes. Tensiones en las familias antepasadas que no soportan el dolor y la división.
Problemas multiplicados de varias formas porque cuando hay separación se aumentan las dificultades de dinero, de celos, de frustraciones y de culpas mal manejadas, de conversaciones agresivas o de silencios fastidiosos, la lucha por la tenencia de los hijos.
En algunos al estar el diluvio en pleno apogeo aparece Un ARCA pero no de Noé, sino de cualquier persona que apoya, que anima, que brinda ayuda para hacer las paces y los acercamientos. Un ARCA que salva de las aguas tormentosas y dispone todo al PERDON, a la RECONCILIACION.
En el ARCA se sube aquel salvado y humilde que es capaz de perdonar y reconocer su desnivel. En el ARCA se sube quien desea vivir de otra forma después de una toma de conciencia que lo convida a ser mejor.
Hay familias salvadas, otras se derrumban en los caminos tortuosos de la tragedia. Aparece todo el problema de la TORRE DE BABEL, toda la incomunicación, de los lenguajes torcidos y extraños que hacen la vida mas pesada y grosera. La torre de Babel es lo que incomunica, la que aleja, la que silencia, la que distancia a la familia. La torre de Babel es un nido de castigos, violencias, maltratos, indiferencias, peleas, desarmonías que hacen la vida imposible y el hogar una rotura que deja todo como si fuera un infierno.
Noé se había dedicado al vino y otros licores; algo así como pasa con muchas parejas y familias donde el comportamiento en torno a estos elementos destruye de forma agresiva y descarada la relación humana y ahonda los problemas de incomunicación y extrañeza en familia.
A todas estas, el fin primario del diálogo entre Dios Creador y la humanidad en familia se rompe. De ahí que es necesario estar en actitud constante de volver a reconstruir la relación humana y familiar.
La vida consiste en estar reconstruyendo el AMOR a toda hora, en toda circunstancia, con cualquier disculpa. Todo lo que sea puente anima, ayuda, fortalece. Nada que sea muro ayuda sino que destruye y vulnera la pobreza humana.
Estos temas centrales del Génesis son un tablero como de ajedrez para esculcar en el trasfondo humano el dolor, la tragedia y la soledad.
A partir de allí la Biblia expresa unas variables profundamente humanas:
La lucha entre el Bien y el Mal, las tensiones entre la vida y la muerte. La luz que se ve amenazada por las sombras. Los desniveles humanos que están llamados a vivir en coherencia en cada uno. Y parece que como mejor se puede lograr educar para la coherencia es en familia con las palabras, con el ejemplo y con las narraciones familiares y educadoras.
El mismo Jesús nació dentro de una familia. Vino a un clan de Galilea, en una población sencilla llamada Nazaret. Era un clan familiar dedicado a la agricultura con productos de “pancoger” y el resto del día, trabajaban la piedra, la arena y la construcción. Parece que estos clanes arameos fueron religiosos y ensamblados en la presencia de Dios-Yahvé que cumplían las normas judías y allí Jesús fue formado.
Jesús hizo lo mismo: instalar de nuevo a propósito del Reino volver a dialogar, a relacionarse bien unos con otros. Perdonar es estar dispuesto a la compasión constante con todos los demás. Jesús invitó con sus palabras, sus gestos bondadosos y sus parábolas a dejar el mundo mejor; como compromiso con la Hacienda del Padre que necesita ser transformada, cuidada, protegida, hacerla productiva.
Todo esto es poner a funcionar el AMOR, darle salida en cada momento. Toda acción es derramar el amor por el mundo entre las gentes.
Es todo un programa serio de vivir el Reino de Dios entre nosotros. El amor se manifiesta con palabras, con gestos, con el ejemplo, con las narraciones que ocurran en familia y con las tareas comunitarias que hacen entre todos los parientes.
Fue a partir de la SOLEDAD, que el hombre sufría desde el momento mismo de la creación, que le dieron a la mujer pero no como un añadido, sino por una realidad que abruma: la soledad interna y exterior que sufrimos los humanos. Soledad que nos hace bastante vulnerables, la que nos guía por la vida en busca de Compañía y de poder expresar el AMOR hacia afuera con la pareja y que salten los hijos por invitación para hacerles partícipes a ellos, la alegría de vivir.
De modo que la SOLEDAD es la realidad profunda que sufrimos en esta vida y que si no se vive bien, es la causal primaria de todos los errores, de todos los accidentes, de todas las tragedias, de las desgracias humanas. La soledad nos hace cometer errores vergonzosos e injustos. Hay demasiadas consecuencias cuando un acto agresivo se desborda en los demás.
Acompañarse la soledad es el fin primario del Matrimonio, disfrutar las alegrías de vivir, superar los problemas en equipo-familia. Educarse mutuamente. Y ser guía del camino para acertar en las metas juntos.
A todo esto apunta la narración bíblica, los mensajes del evangelio son una invitación a vivir en familia de forma armónica. Dios dijo y actuó….así es una familia que entra en armonía y disemina el AMOR hacia afuera.
En toda familia se pronuncia y se escucha, se habla y se actúa…qué pena cuando hay silencios, castigos, traiciones y peleas.
Estas son las manos fabulosas que hacen de padre y madre…pintadas de manera armoniosa y artística por Rembrandt en su cuadro, inundado de rojo y que cuelga de alguna pared en el museo de San Petersburgo. Si observas bien una mano es de hombre y la otra es femenina; detalle majestuoso del pintor para darle a Dios la fuerza masculina y la femenina. A esto responde la figura de arriba que estimula al ABRAZO familiar.
Eso es Dios: un Padre esperando a cada uno en la puerta de la otra hacienda que queda en OTRA PARTE.
Solo así acompañamos al Dios Creador que descansaba antes de ponerse a Construir el mundo y preparar la Hacienda para que nos comprometamos con el trabajo responsable y las tareas artísticas, con la alegría de vivir, de creer, de crecer, y de parecernos al Creador.
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