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Foto del escritorEl Camino del Yak

Días 38 y 39: DIOS Y EL HOMBRE SON INTERLOCUTORES.



El Padre Creador pronunció una Palabra al Principio y el Universo fue creando todo el escenario de la Tierra para que hubiera Vida y cuando ya todo estaba ordenado apareció el hombre-mujer para que se encargaran de la hacienda y la trabajaran…con el fin de terminarla en su creación evolutiva.


Con dos principios fue creado el humano: con la Palabra y con el sentimiento de que el ser humano llegó solo a la tierra y era un extraño, por eso se le ocurrió al Padre juntar al hombre con la mujer como compañeros de camino para que se animaran como pareja en la soledad.


La palabra tiene como 4 funciones o características: hablar, escuchar, reflexionar y actuar.


Dios Padre pronunció la Palabra y a partir de allí la energía se fue “complexificando” en forma de espirales y elipses llenas de magia creadora y se fue construyendo el Universo todo. De modo que la Palabra Creadora ordenó el cosmos hasta que apareció el hombre, con una soledad inmensa, y apareció inquilino de una finca extensa y rodeado de aguas por todas partes y con el Cielo infinito encima y no comprendía nada de nada….y fuera de eso SOLO, mucho mas tarde tuvo que inventarse el HABLA, para tener que conversar, preguntarse, compartir, acompañarse, ser dialogante primero con Dios que se comunica a toda hora y después con la mujer y en familia para poder aprender los secretos de la vida y crecer como persona. Dios crea al humano para que cuide y labre la tierra y luego que se comunicara, con una COMPAÑERA que salió de su misma carne. (Por evolución).

Es la conversación la que nos incita a hacer preguntas y conseguir respuestas.

La que nos anima a que los secretos y misterios los breguemos a esculcar y aclarar para bien personal y grupal, familiar y social, individual y universal.


Voy a adentrarme al Evangelio de Juan, sobre todo en el prólogo Joánico que está en el primer capítulo.


Dios creó al ser humano para poder conversar, compartir, dialogar, que pudieran organizar una relación de Hablar y Escuchar. Por eso nos dio una boca y dos oídos: así nos relacionamos como interlocutores.


La palabra va y viene, se escucha y transforma, la pronunciamos y obtenemos un empujón para actuar-transformar. La Palabra cuando se pronuncia posee una fuerza de actuación. Lo mismo que le pasó a Dios Padre Creador: Dijo y empezó a Hacer. Es toda la energía del AMOR, que por estar guardada, cuando se pronuncia amorosamente de inmediato sale hacia afuera en forma de espirarles y elipses para crear, para hacer cosas por el otro, para transformar, para crear vida en el mundo.


Expansiones redondas como todo lo creado que posee esa forma de útero, de sol, de luna llena, de senos alimenticios, de redondez de la tierra. Como si la vida saliera de lo redondo- y del útero mas especial de todo el Cosmos.


Así como la vida brota en un vientre fecundo gracias a la Palabra, la humanización tan bien salta desde la Palabra que acompañe la SOLEDAD. Porque la Palabra es la que acompaña, la que ilumina, la que pregunta, la que responde, la que humaniza y aclara las inquietudes, la que investiga para promocionar lo que descubre. La Palabra sale por la boca enclavada en el ROSTRO que por curiosidad también es REDONDO y con boca que puede armar la circunferencia al hablar.


Así como el Amor, sale de sí mismo, así es La Palabra que sale hacia afuera y comunica porque cuando hay silencio castigador o egoísta provoca los errores, las lastimaduras, las desconfianzas, las tinieblas, la enemistad y el aburrimiento. Sobre todo que ahonda la tristeza, el desengaño y la soledad misma por la incomunicación. A veces uno de los dos comunica, pero no encuentra eco en el otro.


Otras veces el problema se ahonda: ninguno de los dos habla, no comunican, se sienten aislados, incomunicados, no comprendidos. Con desconfianza mutua o la energía se opaca, se diluye y no surte a ambos, entonces la comunicación no fluye y se silencia condenando a la no-palabra.


La Palabra es la que nos pone en relación, la que informa y transforma si se pronuncia bien en los oídos del otro.


Porque por naturaleza todo hombre habla-escucha- reflexiona y actúa. Porque hablar es crear confianza, es entregarse al otro, es compartir. Sabiendo que la palabra puede llevar a equívocos, malos entendidos, fuente de todos los males porque cuando no hay buenas comunicaciones, emerge penosa y muy dura la Soledad.


Hay dos dimensiones de la Palabra; es por un lado TERAPEUTICA, porque hablar descansa, desahoga, des-reprime, ventila los dolores. Porque el primero que escucha es quien habla, quien pronuncia la palabra y eso ya es bálsamo, y mas cuando tenemos un rostro y un corazón al frente con afecto. Y cuando usted habla, obliga al otro a que devuelva la palabra, eso si se hace con afecto-alegría-invitación a conversar afectos-ideas.


Quien habla es terapeuta si consigue que quien escuche lo haga con compasión y afecto. Todo el que escucha sin juzgar, ni aconsejar por tarea, se convierte en Terapeuta, anima e impulsa. Además la Palabra es MAYEUTICA, enseña, aprende, interroga y responde. La Mayéutica es pedagógica. La palabra pregunta, responde, anima, equilibra y sobre todo hace crecer en la vida, fuera de que hermana y enlaza a los dialogantes y amigos.

La Palabra pronunciada y escuchada por el otro los convierte en cómplices de la vida y cercanos en el Amor-Misericordioso. En el Evangelio de Juan la PALABRA es la protagonista y la línea dorsal de su Mensaje. Porque lo que hace Juan es pintar un escenario de teatro como los que tenemos y representamos en el mundo: un escenario donde van y vienen las Palabras, salen los mensajes como magia y abajo en las sillas están los espectadores que escuchan, meditan, hablan consigo mismos y actúan según se sientan tocados por las palabras y la plástica de la obra teatral.

Se repite: hablar-escuchar-reflexionar-actuar que es la capacidad DIALOGAL que hace al hombre y a la mujer humanos.


Juan en su Evangelio narra pero además interpreta. La narración de la vida no solo es contar sucesos, sino Comunicar-dialogar. De modo que no es encadenar unos acontecimientos sino dar unos mensajes con fuerza plástica en la Palabra y en la fuerza de lo literario. Si se ayuda a interpretar la vida como un TEXTO, anima a REALIZAR y esos son ACTOS DE HABLA, que es decir y ponerse a actuar. Todo el evangelio de Juan es como un acuario para los peces y unas corrientes de aire para los pájaros…los signos usados, las palabras narradas y los encuentros con los personajes dibujados son una invitación a CONVERSAR, MEDITAR, ESCUCHAR Y ACTUAR.


El EVANGELIO fue escrito después de mucha oración, de contarlo mucho tiempo de boca a corazón de otros creyentes, una vez escrito era para ser leído, comprendido y vivido.

Uno de los mejores regalos que da la vida de los encuentros es poder dialogar, compartir la palabra y la escucha, saber que puedo conversar con alguien y escuchar lo que pronuncie el interlocutor, pasar las horas compartiendo lo más sagrado: Hablar y Hacer, juntos.

Regresando a la figura del teatro entre escenario y silletería ahí se dan los dos aspectos de la Palabra y los espectadores que escuchan, hacen silencio-meditación y salen a ACTUAR, a cambiar. Y el programa hace el intento de acompañar la Soledad para ambos.


Con respecto al diálogo entre Dios y el hombre: Dios siempre se está comunicando a toda hora a través de palabras, sucesos y cosas. Las palabras son por conducto de gentes concretas que nos dan algún mensaje o por la oración, la meditación o por la Biblia. Los sucesos son un amanecer, una playa, un cielo estrellado, un accidente, un paseo, un nacimiento. Cosas son un libro, una película, un mensaje.


El fin primordial del matrimonio es acompañarse la soledad, así apunta la Biblia casi que desde los primeros versículos; cuando formó al hombre, pensó que estaba solo y adivinó por todos los siglos… y se le ocurrió formar a la MUJER, para que se hicieran compañía y organizaran el diálogo, la conversación, la comunicación integral, el crecimiento mutuo.

A partir de la soledad tiene que conversar, compartir, hablar, comunicarse, escuchar. Y si hay conversación amena y edificante la soledad aminora. ¡Pero eso es una experiencia!


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