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Foto del escritorEl Camino del Yak

Días 35, 36, 37: DRAMA EN TRES ACTOS.




1.


El Padre Creador se le ocurrió darle cuerda a la evolución creadora y dibujar este escenario tan prodigioso y colosal que llamamos Cosmos, Universo, Naturaleza creada. Miles de años evolucionando hasta conformar todo el escenario de la vida para que creciera la humanidad y descubriera su tarea: parecerse a imagen y semejanza de Dios. De modo que es tarea, es una construcción del ser humano que en la tierra debe hacer toda una disposición para asemejarse al Creador. Si no lo hace su frustración es vergonzosa.


Para “hacerse a imagen y semejanza de Dios Padre, 1- debe resolver problemas, 2- hacerse creador en el universo con su inteligencia y actitud constructiva y 3- volverse bondadoso”.

Evangelio de Lucas 15, 11-32.


Un Padre Creador que parcela una hacienda, la trabaja, le pone todo el interés posible para adecuar la vida, tiene dos hijos y el menor un día se rebela y pide la herencia, se marcha y deja atrás la historia y olvida las memorias hereditarias.


Marcharse ya es un acto soberbio, grosero, donde demuestra que no hay relaciones de tiempo, ni de espacio, ni mucho menos de afectos. Que la hacienda no posee interés, que estar en presencia de la historia pasada no anima para nada a este hijo. Es mejor afuera, es mas interesante el mundo con todas sus vanidades, que las seguridades de la casa paterna. Que la CASA, no interesa y es mejor el mundo de la CALLE.


Cortar la historia personal y untarla con experiencias vanas, absurdas, despistadas, llenas de controversias y dolores…parece que llenaran pero a la larga es todo el peso de la autoestima herida, de los complejos de culpa que acosan y las fuerzas desordenadas que ya no ayudan a organizarse. E incluso las pasiones desorbitadas y viciosas. (Aquellos que viven sin leyes).


Abandonar la casa comporta desprecio. Marcharse es un acto desleal y traicionero para con el Plan del Padre que diseñó una organización con la hacienda y pensó en un trabajo laboral con sus hijos para desarrollar de manera conjunta. A lo mejor irse-marcharse era oportuno pero con el equilibrio de no herir los planes paternos-maternos. Quien supera por fuera las alegrías de vivir en la hacienda y las suple de formas majestuosas.


El Padre que se queda frustrado y maniatado ante estas conductas sin aviso y de forma traicionera. El hermano mayor que se sintió olvidado como si no existiera. El hijo orgulloso y prepotente que toma camino sin rumbo y malgasta el tiempo, los espacios y abusa de afectos extraños.


2.


Como es una obra teatral y el escenario es variopinto, y con tres personajes que desarrollan la trama, no quiero ser muy ordenado en la escritura sino darle el tinte de desorden a la vida que se narra con los tres personajes y los espacios indistintos que van ocupando según vayan dialogando y presentándose los actores. La trama de la vida se va desarrollando según aparezcan las fuerzas de la intervención cada personaje. Dos protagonistas bastante desordenados y agresivos que manchan el escenario con comportamientos diversos. Y un Padre al que le trastornan los planes.


El Padre con su Amor incondicional pero que se ve en crisis ante las actitudes de los hijos.


Hijo menor que pide la herencia, se va y gasta todo, pero un día regresa a la Casa Paterna.


El Padre que espera con los brazos abiertos, que vigila la curva última del camino y avizora cada día el regreso.


El Padre que celebra con fiesta el reencuentro y derrocha porque es necesario darle vida a la muerte, a lo perdido.


El hijo mayor egoísta e indolente que no siente nada y se debate en la envidia y la rutina sin sabor.


Los dos hijos no descubrieron su tarea en el mundo. Cada uno reaccionó mal en la vida: el uno se fue y el otro se quedó pero ambos vivían envolatados.


Los dos son resentidos y no han sentido el amor paterno, pero por egoísmo y por no entrar en el interior y abrir la conciencia.


La tarea de ser PADRE, no la descubrieron: ser generosos, indulgentes, celebrativos, abrazadores, avizores, vigilantes, amorosos, comprensivos, compasivos, sin ningún interés ni por culpar, ni calificar, ni alejar. No descubrieron que la unión familiar es la clave para ser Hijos de Dios Padre.


Ser Padre que se niega a regañar, a hacer sentir mal, a juzgar. Ser Padre para volver a armonizar lo primordial: darle un nuevo vestido, sandalias y arreglo a lo desbaratado. Y encima la fiesta para darle sentido a lo perdido. Alegrarse por que “este hijo mío, estaba perdido y regresó, estaba como muerto y ha vuelto a la vida”. Lucas 15.32.


3.


Hijo menor:

a- Pide la herencia.

b- Malgasta todo en el extranjero.

c- Entra en sí mismo, y regresa a Casa.

a- El hijo menor piensa en el afuera, en lo extraño.


Pedir la herencia no solo es bajo y grosero sino desconocer que la Vida se convierte realmente en vida cuando se llega a la paternidad. Cuando se da la vida a partir de conseguir lo necesario para compartir la existencia. Que lo ganado está ahí para ser repartido. Pero repartido cuando el padre determine, no cuando sea arrebatada la herencia.


Este hijo es impostor, atrevido, se cree con derechos para pedir como si la mereciera. Claro que hay un derecho jurídico, pero no vale sino está avalado por lo psicológico, lo afectivo, lo humano, por lo digno.


Cuando el hijo responda a las expectativas paternas-maternas y haya una disposición afectiva el uno para dar y el otro para recibir. Este mecanismo desemboca en Compartir.

La herencia se consigue al final de la vida cuando el hijo haya hecho MERECIMIENTOS, y el Padre por aquellos avatares de la vida lo conserva hasta el final cuando ya sus fuerzas estén blandas y alcance para los años postreros.


La seguridad del Padre no puede ser amenazada por la herencia repartida y que los tiempos cambien y amenacen. No hay época más frágil, que la vejez.


Pero este hijo desconoce este ámbito tan profundo, porque su egoísmo lo tiene sin cuidado. El egoísmo indolente no tiene sensibilidad, ni siquiera sentimientos para con el Padre.


b- Está en el afuera y dilapida lo externo, sin siquiera sentir algo por el adentro (la casa materna-paterna). Vive en el arroyo de lo externo y se deja desdibujar por la vida exterior. Vive en el desierto de la soledad bregando a escamparse recurriendo a los vicios, las compulsiones y el descaro. Allí experimenta toda clase de vivencias en torno al desorden, la violencia, la indignidad.

No tiene tiempo, los espacios son como una llanura sin cercas, ni leyes. Los afectos son primitivos sin que lo aten a nada ni nadie. Vive de los instintos animales.


Qué es en concreto vivir en el “extranjero”: perder tiempo, no estudiar, dedicarse a lo pernicioso, maltratar, derrochar la noche, perjudicar a otros con experiencias groseras y sinsentido, faltas al respeto ajeno, pisotear a los otros, ser egoísta, altanero, orgulloso, sin sentimientos delicados sino violentos. Manipular y envolatar a otros. Ser indelicado con el dinero, descarado con los sentimientos ajenos. Juzgar y rechazar a los padres para poder darse permiso y huir, rebelarse y hacer lo que quiere.


“Abandónico” de las responsabilidades personales y sociales. Huir de la casa para hacer lo que le da la gana al margen de las necesidades de los familiares como si la vida se viviera solo para sí mismo. Creer que la LIBERTAD es un cheque para gastar de forma individual sin ningún criterio de responsabilidad social.


c- Toma conciencia de sí mismo y regresa a casa. Está en el afuera del mundo exterior y toma conciencia que hay una vida adentro. El sufrimiento lo devuelve a donde está la casa paterna-materna. A sentir los afectos primeros e incondicionales. El trabajo insípido lo deterioró. En cambio dejó de trabajar por un plan que el Padre tenía y ahora compara.


Laborar para sí mismo que era inscribirse en el Plan del Padre es muy diferente a trabajar a destajo para desconocidos y ganar poco. Dejar las fatigas del afuera y venir a estar dentro de sí mismo y crecer como persona: aprender a compartir los tiempos, los espacios y los afectos con la casa-hogar. Gastarse por la familia. Acompañar a los familiares.

4.


Las tres características del Padre.


a- El Padre que respeta las decisiones-elecciones-escogencias del hijo.

b- El Padre que avizora, espera, vigila, todos los días se asoma al camino para esperar el regreso.

c- El Padre que acoge, no regaña, hace silencio con todo el contento por la recuperación del hijo y celebra. Vuelve a vestir al hijo que llega como harapiento y hace fiesta.

a- Cuando el hijo le pide la herencia respeta el desatino con el que actúa el hijo, pero con dolor entrega las riquezas. La libertad de su hijo sin ninguna responsabilidad no solo es grosera sino que como Padre guarda silencio. El respeto a las decisiones, elecciones y escogencias. Su hijo quiere experimentar…

b- El Padre se queda solo pero con la actitud de vigilar el regreso, confía en que volverá. Cada día se asoma al camino para ver cuándo aparece el hijo. Así es Dios, vigilante y esperando el regreso. No interesa qué pasó durante la pérdida sino el regreso. Incluso de tanto esperar, de tanto tiempo pasado, de tanto mirar el camino se quedó sin ojos, ya es padre ciego…pero le bastarán las dos manos de padre y madre, la masculina y femenina para abrazar, acariciar, reconocer, recorrer a su hijo perdido. Las manos son primordiales….con las manos le bastan para dar la bienvenida tan esperada. No tiene ojos pero si manos y brazos para acoger. La dureza de tantos años de espera se ven recompensadas por las manos que recuperan el cuerpo malgastado del hijo. Las manos abiertas le alcanzarán para sostener la espalda del hijo y saber que son las del hijo perdido-encontrado, las del hijo que huyó pero regresó.

c- El Padre, abraza, hace silencio, acaricia. Observa el estado lamentable de su figura desconcertante, ropa impropia, tristeza arrepentida, dolor por haber perdido todo….pero eso no es lo importante: celebrar, prepararlo de nuevo, integrarlo a la vida de la hacienda. Convidar al hijo mayor a que se matricule en la fiesta nueva. Llamar y convocar a la familia, a los amigos, a todos los conocidos “porque este hijo estaba muerto y ha resucitado, estaba perdido y lo he encontrado”. Se había ido y ha regresado.


No puede ver mucho por su ceguera pero si atisbar el estado de sus ropas, de sus zapatos, de su olor deprimente, de su flacura, de su estado emocional arrepentido. Con todo el frio por la piel debido a tantos años en el “extranjero” sin afectos, ni cercanías amorosas. Ahora hay que darle de nuevo el calor de hogar para calentar la piel y el corazón, y para empezar, hay que celebrar una fiesta, dar un banquete para que coma caliente y se nutra con alimento amoroso.


Las manos son un misterio: Rembrandt acaricia con dos manos diferentes, la masculina de padre que da firmeza, que asegura a su hijo frágil-grosero-vulnerable y que vuelve con frio y falto de amor-afecto….toda la tristeza por deambular por el camino de la vida sin ningún afecto serio. Y la otra mano es femenina, la madre que no tiene el hijo menor, que perdió, que no le alcanzó como el centro del hogar que abandonó. Las manos femeninas que acogen, que dan calor, que iluminan el rostro en la medida que alberga de nuevo el regreso al hogar.


Dios que encarna al mismo tiempo lo masculino del Padre y lo femenino de la Madre.

Hay una queja desde hace siglos desde lo femenino que porque el machismo viene en la religión católica de manera muy impositiva al hablar de Padre y no asoma a la maternidad por ninguna parte. Creo que ha sido un desconocimiento frágil y racional pero que no ha tenido en cuenta los sentimientos que poseen ambas vertientes. Y Rembrandt lo capta perfecto con las manos que acogen, acarician, fortalecen, apoyan y dan la bienvenida a la casa familiar de nuevo. Dios es Padre y Madre al mismo tiempo: Padre Creador, Madre fecunda y amorosa con toda la fuerza del Espíritu que irradia de amor a toda la Creación, a la Naturaleza, al Cosmos ordenado como lo hace una madre, y es Hijo, con todos los sentimientos filiales, amorosos, respetuosos y en la delicadeza de un Padre que 10


crea la hacienda y le da al Hijo un plan, un estatus, unas tareas.

Características del hijo mayor.


a- Está en la hacienda realizando su trabajo.

b- Regresa a casa y con desconfianza pregunta qué está sucediendo. Vive como ausente.

c- Se niega a participar, no le interesa la fiesta, es mas importante el reclamo.


Hay un triángulo equilátero que dibuja la condición humana: formado por tres vértices, Libertad, Responsabilidad y Solidaridad.


Es verdad que somos libres, que no se puede secuestrar a nadie porque pierde lo mínimo de dignidad al que tiene derecho el ser humano para moverse en la tierra. Que la condición inicial de la vida es moverse como libre.


Pero la libertad no es para hacer lo que le da la gana, no es para izar la bandera de la rebeldía, ni para irse de la hacienda a “países extranjeros” y dilapidar las fuerzas vitales… porque el triángulo exige la Responsabilidad. Responsabilidad que pide compromiso con unas tareas fundamentales que debe realizar como humano. Y que la vida no le pregunta si las quiere hacer, no. Hay que ejecutarlas.


El precio de hacerse humano en esta tierra es a condición de realizar unas tareas básicas: Hijo, hermano, ciudadano, hombre o mujer y técnico o profesional. Y estas tareas no son negociables.


Quien no las hace, se somete a la frustración y el dolor de sentirse inútil y fracasado.

El hijo mayor creyó siempre que era perfecto, que era el hijo ideal, el orgullo del Padre y mas cuando el menor se había ido.


El mayor era responsable, lo que pasa es que nunca se hizo SOLIDARIO. Era un derroche de voluntad para trabajar la hacienda pero con el egoísmo y la prepotencia de querer dominar al Padre. Utilizaba su trabajo para descrestar al Padre.


La hacienda era su tablero de ajedrez, y estaba allí al frente. Pero sin solidaridad, sin complicidad con su Padre y con el “hermano huyendo”. Trabajaba sí, pero con resentimiento, con desfachatez, con mucha soberbia. Se creía digno como hijo, pero no había descubierto la bondad-Paterna.


El hijo mayor claro que hizo un viaje, a su egoísmo, a su encierro, a su negatividad. No se fue pero no vivió en participación y convivencia. Se quedó pero resentido y oxidante. Creyó que era fiel al Padre pero no se integró a la Tarea de hacerse hijo.


La dinámica de hacerse HIJO, es a medida que nos vamos convirtiendo-preparando para ser PADRES. Porque el hijo es receptor, recibe la vida pero aún le falta mucho para llegar a DAR.


Y la vida es como un trinomio de Recibir-Dar-Compartir: es verdad que un hijo recibe pero todavía no se ha estrenado en DAR, ni mucho menos en Compartir. El hijo mayor a lo mejor DABA…..pero qué lejos estaba de Compartir, con su Padre y su hermano.


El hijo menor dilapidó la libertad…el mayor fue responsable pero no solidario. Solo el Padre vive el triángulo de manera perfecta y generosa: Libre, responsable y abundante en solidaridad.


Solo cuando hemos hecho el ejercicio de vivir los tres verbos estamos preparados para la PATERNIDAD. Y es ahí donde nos graduamos como hijos, al repetir el movimiento circular de recibir-dar-compartir es allí a donde nos empezamos a perfilar como hijos, en la paternidad de dar vida y acompañar al hijo., para que el CREZCA y se supere…para ser testigo que los genes y las herencias familiares funcionan mejor que antes. Esto es vivir responsable con el Universo que crece y madura a medida que avanza hacia ARRIBA y hacia ADELANTE. Porque la vida es un camino teleológico que conduce Dios Padre para que el ser humano se TRANSMUTE, se TRANSFIGURE, se parezca a Dios como imagen y semejanza.

5.


El desarrollo de toda la trama.


El cuadro se le denomina “El hijo pródigo”, pero me parece que la clave es EL PADRE DE LA MISERICORDIA.


Rembrandt, es el padre del claro-oscuro. De la luz y las sombras, de los colores y los opacos. Este cuadro resalta luz y zonas sombrías. Así es la vida humana. Un padre que derrama la bondad y dos hijos que ni siquiera están preparados para ser amados. Además, no dan afecto ni cercanía. Son dos hijos lejanos, fríos, descarados, sin entusiasmo de vivir y no trabajar con integralidad.


“Nosotros no elegimos a Dios, es Dios quien nos eligió a cada uno”. Dios es la mujer que busca la moneda perdida, Dios es el pastor que busca la oveja enredada en la maraña, Dios es la madre que enciende la lámpara para estar preparada para el encuentro”.


La autoestima es muy importante para sentirme digno del amor de Dios, para poder saber que Dios me busca, me encuentra, me necesita para celebrar mi regreso y poder hacer la cena, la fiesta, el cambio de vestuario para que pueda volver a ser hijo-digno del Señor.


Engalanar mis manos con el anillo de hijo. La fiesta es para darme no solo la bienvenida sino graduarme de ADULTO, porque a partir de la fiesta es necesario CAMBIAR, asumir la vida. Ya no puede seguir siendo un niño subversivo, ni rebelde, ni descarado. De aquí en adelante debe prepararse para ser Padre bondadoso-adulto responsable.

6.


De tanto contemplar el cuadro de Rembrandt he ido captando algo mucho mas profundo: el hijo pródigo es el mismo Jesús que un día abandonó la casa del Padre para venir a esta tierra, nacer en un pesebre, someterse al hambre, al dolor, la ignorancia, la persecución, a los sinsabores de vivir.


Quien tenía todo el en Cielo, se sometió a los percances de la tierra. Quien tenía todo el PODER, vino a sufrir las fragilidades humanas de deambular por la tierra, teniendo que BUSCAR Y HALLAR la voluntad del Padre, que en la oración le iba dictando qué hacer y cómo actuar.


Pero Jesús no fue como el hijo rebelde que huyó, sino un Hijo Obediente que se la jugó por el Plan del Padre con la REDENCION. El plan de la SALVACION, era que el Hijo volvería al Padre con toda la creación Redimida-salvada. Era pasar por esta tierra, para reconquistar a todos los humanos despistados del Cielo.


En el cuadro hay un hijo pródigo a los pies del Padre, pero con cara-cabeza de bebé recién nacido, con el pelo húmedo por el nacimiento recién. Pero aunque aparezca destrozado es un bebé que sufrió las lastimaduras del pecado, de la maldad y posee los rasgos de la violencia de vivir en esta tierra.


Toda la memoria de la cruz y las heridas en su piel. “Acaso no es Aquel que siendo de condición divina, se hizo hombre…y vivió como esclavo” Filipenses 2, 6-7. “¿No es el mismo que con toda la fuerza de Dios Padre, tuvo que gritar porqué me has abandonado?”. Mateo 27,46.


No hay otro camino hacia Dios Padre que hacer el recorrido de Jesús en esta Tierra, que peregrinar por el desierto volviendo a repetir el mismo EXODO. Y no solo el de Jesús sino el de todo el pueblo de Israel.


¿Quien vivió en su carne la parábola del hijo pródigo es el mismo que se HIZO CARNE de MARIA…y se metió en esta historia llena de injusticias, descalabros, groserías, dificultades y problemas por resolver?

Cuando Jesús se postra ante los pies del Padre “al regresar a su casa reconcilia todas las cosas las del Cielo con las de la Tierra”: Colosenses 1,19-20


Quien tenía toda la plenitud en la casa paterna, vivió en el exilio, la hostilidad, las malas interpretaciones, las persecuciones, los sinsentidos de vivir, el hambre, la pobreza, la ignorancia, el desprecio, la tierra árida, y sobre todo la SOLEDAD.


Lo tildaron de glotón, fiestero, amigo de prostitutas y pescadores baratos. Charlatán y lleno de demonios por dentro. Como quien dice todo el recorrido del pródigo deambulando por la tierra sin rumbo y malbaratando toda la riqueza como cualquiera de nosotros distraído en los embelecos-pecados-vicios-compulsiones-apegos-agresiones-substitutos que no nos llenan pero si nos lastiman y derrumban la autoestima personal. Toda nuestra historia lejana de Dios y dedicados a la vida perniciosa y fútil que no nos acercó a la IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS.


Nuestro rostro cambia el día que seamos como el Padre iluminado por la luz hermosa con la que Rembrandt exalta la cara del Padre. Cuando nos revistamos de la túnica roja por la transformación humano-divina que hagamos con la Gracia de Dios.


La vida es un traslado entre ser el hijo pródigo, a tomar conciencia de hacerse Padre. Para todo esto necesita entrar en sí mismo, saber y reconocer que “se fue de la casa y gastó todo en tierra extranjera”.


Pero se arrepintió y volvió a la Hacienda Paterna. El Padre acoge, perdona, celebra, reparte vestido nuevo, anillo y sandalias, mandó matar un ternero y organizar una fiesta. Además hacer fuerza para que la invitación la acepte el hijo mayor. Convencerlo. Porque los dos estaban “muertos” en vida y han reaparecido para volver a poner el Plan de la hacienda para que juntos lo pongan a marchar. Todo esto es construir el Reino de Dios. Es siendo responsables con el hermano como nos salvamos y transformamos el mundo, la vida, la hacienda paterna.



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