Es normal que haya periodos amorosos con Dios y sus relaciones humanas con cada uno, pero aparecen momentos de DESOLACION, de crisis, de desafecto. En estos tiempos de sequedad, la dificultad para orar, para hacer silencio como que nos duele mucho y es difícil sacar el rato, tomar conciencia y entrar en sí mismo.
Sentir fraudulencia, desolación, aislamiento, tristeza, turbación y sensaciones de estar perdiendo el tiempo. Lo importante es la disciplina para sacar el rato de oración, la alegría de disponerse a encontrarse con Dios. Aparecen mucho las distracciones, las tentaciones de dejar de lado el ejercicio. Por eso las recomendaciones de San Ignacio son la perseverancia, la fidelidad, la paciencia. Así como Dios nos quiere en los momentos amorosos, lo mismo es el amor en tiempos de soledad y aburrimiento.
Es necesario tomar conciencia que no es solo desolación en la oración, sino en momentos de la vida, la rutina de la vida comporta alegrías amorosas interrumpidas por etapas difíciles y con dolor de vida. Así es todo esto de vivir.
Es necesario revisar si es descuido mío, falta de voluntad, ligereza personal, poco interés. Muy importante declara mi amor por el Señor Jesús aun en los instantes oscuros y llenos de “separatidad”.
La vida de la oración no depende de los estados de ánimo, es necesario vivir una actitud constante de orar, de encontrarme con Dios, de vivir a su lado, de que la vida es una continua acción de gracias y de maravillarme por todo lo que ocurre a mi lado.
Lo que pasa es no solo que no aceptamos los momentos difíciles de estaciones de otoño e inviernos, sino no aceptamos en las relaciones amorosas que hay momentos de frialdad y nos hace reaccionar mal.
La vida comporta las 4 estaciones, y no podemos desmejorar nuestras actitudes, emociones, reacciones y respuestas existenciales.
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