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Foto del escritorEl Camino del Yak

Día 20 (Segunda Parte): MI SER PROFUNDO ES UNA DINAMICA DESNIVELADA, EN SU ESENCIA.



La estructura bíblica es todo un planteamiento profundo de separar muy bien entre el DECIR y el HACER humanos, porque proviene de una intuición sorprendente que captaron los arameos del desierto y era que en Dios coincidía que Decir y Hacer era lo mismo en Dios Creador.


En cambio, todos los humanos tenemos un desnivel entre Decir que no coincide con hacer. Van por caminos diferentes.


Usted y yo experimentamos 5 desniveles humanos bastante dolorosos que son las fuentes del pecado.


1. Digo y no hago.

2. Digo y hago la mitad.

3. Digo y hago lo contrario.

4. Ni digo ni hago.

5. No digo nada, pero hago lo que me da la gana y atropello a los otros.


Y esto opera porque soy desnivelado, inconstante, incoherente, entro en mutismo y no vuelvo a hablar por frustraciones acumuladas al prometer y no cumplir y por último no hablo, pero atropello a los demás y me los llevo por delante con todo el irrespeto mas descomunal o descarado.


Ahí está la semilla de mi mal interior que sale de diversas maneras y todo lo daña. Me la paso destruyendo y por eso mi maldad no me permite construir y dejar el mundo mejor de lo que lo encontré.


Además, la continua estructura de desnivel entre decir y hacer, me va acomplejando, me aburre, me hace sentir inútil, frustrado de ver y sentir que lo que prometo no lo cumplo. Que hay un desajuste existencial que me avergüenza y derrumba en el caos. Por eso es necesario adecuar mi desnivel de tal manera que vaya haciéndome nivelado, de a poco,

sin prometer, pero si poniéndole cuidado a que mis palabras se alineen con las acciones y me vaya construyendo como COHERENTE.


Ponerle mucho interés a la palabra para que coincida con los actos. Lo que prometo lo cumplo día a día. Jesús gracias a su oración, fue dándonos las pautas que con ellas usted y yo podemos irnos construyendo como coherentes, y eso se consigue al final de la vida, cuando muramos en Gracia. Así fue la vida de Jesús hasta que el Padre lo condujo a la Cruz y allí selló con su nivelación la Salvación de todos los humanos. Fue en la Cruz, en la Pasión que se volvió Redentor.



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