La oración es como sembrar y recoger la cosecha. Sembrar tiempo, sembrar generosidad, sembrar disciplina, sembrar un aire de estar cerca de Dios en oración…y recogemos lo que sembramos.
Con el correr de los días, de repetir oraciones diarias vamos encontrando un calor espiritual, una alegría gozosa de las emociones de sentir a Dios.
Claro que tan bien hay resequedad, silencios, pereza, desazón. Pero la alegría hay que ponerle mucho cuidado: Dios habla con el sentimiento, con la alegría, con el gozo, con la CONSOLACION.
Por eso es necesario revisar muy bien: disciplina, el lugar de la oración, los aditamentos, la vela encendida, preparar los puntos que voy a orar, la seriedad para entrar en contacto con Dios, el objetivo de cada oración, la petición que expreso cada cierto tiempo para estar concentrado, la revisión de mi vida con respecto a los puntos de la meditación según los documentos que esté meditando.
Si reviso bien iré siendo consciente de qué me ayuda y qué me está perjudicando. Y eso es una medida de mi resequedad, o mi estado de contento.
Abrir el pasaje de la TRANSFIGURACION, cuando Jesús sube al monte Tabor y se transparenta delante de sus tres discípulos Pedro, Juan y Santiago quienes sienten algo muy especial.
Tanto que se quieren quedar a vivir allí, que no les importa el Tiempo ni donde van a vivir, la clave está en el contento que sienten. Esa es la oración de la CONSOLACION.
Turnamos resequedad, momentos planos sin mayores aclaramientos, y expresiones de alegría inmensa donde se nos aclaran muchos aspectos de la vida y nos enamoramos de Dios.
Otra forma de hacer oración es leer despacio los dos primeros capítulos del Génesis, e ir componiendo de forma personal lo que nos imaginamos de la creación, cómo pudo haberse formado, como se fueron sucediendo los procesos evolutivos, la forma de manera viva como aparecieron según la imaginación y el saber de cada uno, la aparición de la vida en la Tierra.
Es clave ir describiendo como un himno de la creación según los sentimientos de cada uno y con las alegrías, fenómenos naturales y experiencias vividas que hayamos sentido-descubierto en la vida. Un himno personal-familiar.
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