1.
Este documento es para ayudar a los que luchan con las dificultades de lograr un deseado equilibrio interior y una adaptación a la realidad exterior.
Nuestros problemas personales siempre acaban por reflejarse negativamente en nuestras relaciones interpersonales. Llevan inevitablemente a un círculo vicioso. Para salir del mismo sólo existe un medio: Comprenderse a sí mismo y entender a los demás. El autoanálisis y la psicoterapia pueden constituirse en instrumentos útiles para la maduración de la persona.
La conferencia tiene dos partes: Un acercamiento a la estructura de la persona y en la segunda parte el acercamiento a un análisis transaccional como una forma de leer el interior del hombre.
ACERCAMIENTO A LA ESTRUCTURA DE LA PERSONA.
Los cuatro nacimientos.
2.
Prácticamente los rasgos de la personalidad se estructuran en los siete primeros años de edad.
a- Nacimiento celular: El feto comienza su existencia en estado simbiótico con la madre. Aunque nada sabemos de la creatura antes de nacer, los estados mentales y emocionales se graban en el cerebro embrionario. Parece que estos estados emocionales de la madre influyen de una manera profunda en el desarrollo sicobiológico del feto. Sabemos con seguridad que el estado emocional del individuo condiciona su estado físico y fisiológico, por lo menos en las funciones glandulares y viceversa. El feto queda ciertamente afectado de algún modo por éstas modificaciones de su ambiente físico. Los nueve meses intrauterinos marcan positiva o negativamente para el equilibrio psicobiológico al niño que va a nacer, según la madre genere una excelente presencia o por el contrario haya dificultades de ausencia.
b- Nacimiento físico: Cuando la creatura llega al mundo ocurre una separación entre madre e hijo que genera el primer choque al contacto con el mundo exterior. Esos traumas del nacimiento nadie los recuerda y permanecen completamente inconscientes (como lo afirma Otto Rank). El nacimiento físico significa para la creatura la autonomía biológica. Implica la instalación y el inicio del funcionamiento de la respiración, de la digestión, del libre movimiento y de las primeras experiencias sensoriales al contacto con el mundo circundante. A partir de allí empezará el proceso de comunicación para poder manifestar sus necesidades básicas y que le sean atendidas por sus padres.
c- Nacimiento psicológico: Los rudimentarios mecanismos de adaptación de que la creatura dispone en el inicio de su vida particularmente autónoma, prácticamente se limitan a relaciones emocionales. Percepción y pensamiento organizados sóle existen en germen. El proceso de vida mental pasa de la sensación directamente a la emoción. Es más tarde que el niño aprende a percibir y a organizar su pensamiento. De ahí en adelante en condiciones normales todo el crecimiento psicobiológico se realiza procesual y progresivo a través del camino de la vida. Las capacidades mentales van creciendo junto con el desarrollo físico. Para que la personalidad del individuo no quede más o menos gravemente perjudicada por traumas es necesario que el niño reciba atención especial en los momentos críticos.
d- Nacimiento social: En los primeros años de edad la relación interpersonal del niño se limita al ámbito familiar, con la entrada en el colegio se amplía a un ámbito más social. Tan importante es esta nueva experiencia para el desarrollo de la personalidad que se le puede considerar como un cuarto nacimiento. Por eso son definitivos los estímulos positivos, la adaptación a lugares y personas y los ambientes de aprendizaje llenos de afecto y presencia.
El hombre.
3.
El hombre es un ser en relación. Al hablar de hombre o de mujer en términos de sociabilidad sugiere un ser en situación de relación múltiple: relación consigo mismo, relación con los otros, relación con el mundo y relación con el Trascendente.
a- Relación consigo mismo: El hombre establece y mantiene espontáneamente la relación consigo mismo. Uno es un pasajero dentro de su propia piel. Esta relación se define en términos generales de armonía y equilibrio internos que dependen básicamente de factores como conciencia de sí, auto concepto propio, autocrítica, y autoevaluación.
La calidad de esta relación no depende de la buena o mala voluntad que tenga la persona, sino de un proceso intrasíquico y extrahumano complicado en el cual participan elementos de naturaleza endógena y factores de origen exógeno. Cada uno tiene los datos de su herencia y los factores ambientales donde desarrolla su vida.
1) Tener conciencia de sí significa darse cuenta de la propia identidad: las perspectivas de su nombre y las expectativas de éste, sexo, capacidades generales y específicas, situación personal en su medio ambiente, papel desarrollado en su grupo familiar, pensamientos, planes, deseos, proyectos, posibilidades, éxitos, fracasos, desarrollo de su historia.
Cuanto más consciente de sí sea la persona, mayores posibilidades tiene de adaptación a la realidad, tanto mejor se defiende en la vida y más eficiente es en su existencia.
2) Auto-concepto propio. La persona normal tiene una idea mas o menos clara de sí. Este concepto de sí se forma poco a poco a partir de la experiencia de las primeras sensaciones del niño recién nacido. El concepto que el niño tiene de sí mismo corresponde casi siempre a lo que los padres piensan de él!!!. Nuestro pensamiento más íntimo está estrechamente unido al sentimiento. Este condiciona las actitudes que preceden a los actos. Actitudes y actos inevitablemente dejan transparentar algo de lo que el sujeto piensa y siente de sí mismo. Nuestros gestos y nuestras acciones están marcadas por la sustancia de nuestra interioridad. Lo que los otros piensan o sienten de nosotros constituye el agente generador del concepto de nosotros mismos. La salud mental de la persona depende en gran parte de lo que ella piensa y siente con respecto a sí misma. La autoestima y la autovaloración constituyen un poderoso reconstituyente psicobiológico de la personalidad.
3) Auto-crítica y auto-evaluación: Son dos actividades espontáneas que brotan en la persona. Criticar y evaluar las propias actitudes es esclarecer a sí mismo el qué, el desde dónde, el cómo, y el porqué de las actitudes. La relación con los otros y con las cosas se lleva a cabo por empeños traducidos en actitudes, en comportamientos y en conductas. Las diferentes actitudes que una persona suele asumir ante el desafío de buscar una solución a un problema dado, ordinariamente se resumen en una de las siguientes o sus respectivas variables: Agresión, fuga, desdén, desafío, duda, miedo, ansiedad, angustia, indiferencia, súplica, desamparo, violencia. Las relaciones humanas están hechas básicamente de comportamientos. Pero hay momentos en la vida en que indiscutiblemente el hombre es capaz de una auténtica autodeterminación por lo menos intencional. Tal vez se puede afirmar que el hombre es siempre totalmente libre en su intencionalidad.
De la relación que el hombre tiene consigo mismo, depende en gran parte el equilibrio de su personalidad.
b- Relación con los otros: El hombre por su propia naturaleza es un ser gregario que nace y crece en una dimensión profundamente social. La separación y el aislamiento hacen suponer que algo anormal y patológico está sucediendo. Las personas en relación están de hecho constantemente empeñadas en intercambiar toda clase de elementos vivenciales y con todas las cosas que lo rodean en su medio. Desde el primer llanto del bebé ya hay una comunicación social que pide una respuesta, porque el llanto es una petición de ayuda, una situación de carencia, una necesidad de acogida, por lo tanto, necesita la respuesta correspondiente. Más tarde el lenguaje articulado va a permitir toda la posibilidad de una relación cada vez más humana. Relacionarse bien significa sentirse satisfactoriamente entroncado con los otros.
El Hecho de que una persona se relacione mal con otra es síntoma de un desajuste emocional que señala de alguna manera una perturbación. Cuando es grave puede perjudicar la alegría de vivir y la eficiencia en el actuar que llega a desintegrar la personalidad.
c- Relación con el mundo: Cuando el hombre nace encuentra que el mundo ya está hecho y dependiendo de los estímulos externos que motiven su interioridad le va a encontrar sentido a la vida y se va a descubrir como un hombre o mujer con tareas. Estas tareas coinciden con las imposiciones que le ha dado la vida dependiendo de su condición sexuada, de sus cualidades, del habitat que lo rodea, de la educación conseguida, de la salud protegida, de la cultura que lo envuelve, de los intereses que desarrolla, de las motivaciones inyectadas y de las imágenes materna, paterna, fraterna y social que introyecte. Con todo éste potencial al descubrirse con tareas tiene la urgente necesidad de cuidar el mundo, de proteger la vida y de multiplicar las posibilidades de la existencia. Para esto tiene que sentirse como un ser natural y descubrirse con una responsabilidad armónica dentro de un universo ordenado y que le pide a su cerebro inteligente una respuesta racional y una actitud llena de respeto y amor.
d- Relación con el trascendente: Todo hombre o mujer manifiestan una tendencia a relacionarse con Dios. Dios le es tan necesario como él mismo y sus semejantes. Una relación positiva consigo misma, con lo otros, con la naturaleza y con Dios es por lo tanto garantía de tranquilidad interna y de paz que brota al exterior. Tales personas presentan generalmente elevados índices en la capacidad de sus iniciativas, de la creatividad, de la eficiencia social, y de sus relaciones con los demás. Personas así son magnánimas, optimistas, y contagiantes. Una mala relación con Dios, con los demás, con la naturaleza y consigo mismo inhibe las tendencias hacia afuera y generan conductas destructivas tanto consigo como contra el exterior. El hombre solitario sin Dios y sin nadie deja de vivir, vegeta, pierde la noción de una vida con valores y orienta su vida como un animal acosado. Se comporta con actitudes cobardes, remisas y fugitivas.
Estructura y génesis de la personalidad.
4.
Todo hombre o mujer se pueden definir como seres sico-somáticos-sociales, de ahí que la personalidad humana la conforman factores biológicos, sicológicos, y sociales.
a- Factor biológico: Es la estructura fisiológica del organismo. Ahí en esa estructura orgánica hay unos elementos más importantes para la organización global de la persona: El cerebro, los nervios, las glándulas, los órganos vitales y los órganos de los sentidos. Todo esto influye profundamente en el modo de ser de una persona.
b- Factor sicológico: Comprende las funciones de los órganos y el resultado de la interacción de esas funciones misteriosamente animadas por un sentido global del significado de la vida. Estos factores son el pensamiento lógico, los sentimientos, la voluntad, los deseos de libertad. Hasta hoy la ciencia no ha conseguido esclarecer debidamente el enigma de la localización y el proceso de tránsito de la energía síquica al organismo y viceversa.
c- Factor social: Emana del propio carácter relacional que el hombre tiene con sus semejantes porque nace a partir de dos de ellos y necesita la convivencia para poder solucionar sus problemas iniciales y recibir de ellos las motivaciones suficientes para poder relacionarse con la vida.
Estas relaciones se traducen fundamentalmente en un deseo irresistible de comunicarse. Estas manifestaciones por sentirse el niño desvalido se deben a que hay unas necesidades básicas que deben ser satisfechas por los otros.
Las necesidades son físicas y síquicas: debido a la separación biológica de la madre y el impacto con el mundo físico, provocan desequilibrios en el organismo frágil del niño. Desequilibrios que el niño percibe como malestares ante el frio, el hambre, el sueño, el dolor, la incomodidad y el afán de presencia. Además, el niño experimenta una cierta ansiedad e inseguridad que lo obligan a pedir compañía y afecto; por eso reclama la necesidad afectiva de ser acompañado, estimulado y de ser aplaudido en la vida, recibiendo el contacto positivo de aquellos que lo rodean. Con todo este material en desarrollo, el niño forma los conceptos fundamentales de ser una persona que genera valores.
Su corporalidad va sintiendo la necesidad urgente de expresarse, de manifestarse, de generar actividades positivas y de luchar por la competencia que los otros le generan. Empieza así a manifestarse con una alegría de vivir y con una cada vez mejor capacidad de adaptación, representada por una excelente capacidad creadora, logrando así un individuo con una estructura dinámica con tendencia a la construcción.
Resumiendo, podemos decir, que la personalidad se desarrolla diversamente conforme al grado y al modo como se satisfacen las necesidades básicas de la creatura. El modo de evolución de cada una de las cuatro etapas consideradas condicionan la etapa siguiente: la manera como fueron resueltas las necesidades físicas condicionará la evolución de las necesidades síquicas y el modo como sean satisfechas éstas, condicionará la formación de la imagen de sí y de los conceptos de valor personal y de la relación con los demás; estos condicionarán y estimularán la capacidad creadora que es la expresión más elevada de una personalidad como imagen y semejanza del Dios creador. El crecimiento bio-síquico y afectivo.
5.
La necesidad básica es la exigencia de satisfacción que pide el ser humano para el equilibrio, la armonía y la integración de la persona.
Cuando el niño experimenta un estado de invalidez pide ser reconstruido como en un nuevo vientre uterino donde reciba calor, acogida, seguridad y contacto. Cuando recibe estos estímulos se tranquiliza y siente el profundo placer de vivir. La soledad es la negación de la naturaleza del hombre, definidos en términos de sociabilidad. Nunca el hombre es más social en el sentido de participar del otro, que cuando se haya en estado simbiótico, en estado de gestación. La perfecta definición del hombre como ser en relación parece expresar la misma dinámica de un ser en gestación. El modo como la madre acoge a la criatura, la acaricia y la aprieta contra sí, como si quisiera introducírsela dentro de sí misma, instala y despierta en la criatura el mecanismo de la afectividad.
En los momentos de mayor emoción e intimidad de la pareja bien adaptada, las escenas amorosas constan de la repetición de gestos aprendidos en la relación infantil con la madre, enriquecidos por el mecanismo sico-biológico de la genitalidad, de providencial y automática finalidad procreadora. En una perspectiva transaccional, el juego amoroso de la vida conyugal solo llega a ser un éxito existencial en la medida en que los implicados consigan despojarse de su racionalidad limitadora, de su personaje, para entregarse al juego espontáneo de la vivencia infantil manifestada como adultos.
La pareja existe, ama y crea; esa es la profunda captación que debe hacer y vivir en el juego afectivo, sexuado y genital.
Vivir es disfrutar de la vida por la relación positiva con las personas y las cosas y la alegría de vivir corresponde a la dimensión de jugar con la corporalidad del otro, de una manera "adultamente infantil".
Lo que busca una pareja en relación cuando dos cuerpos se compenetran es lograr por un momento la felicidad de la vida intrauterina sumergidos uno dentro del otro y todo esto se logra con el respeto, con la caricia, con la excitación participada, con el humor, con la admiración por la desnudez del otro y con la capacidad creadora que son capaces de estimular una vez que termina la vivencia genital.
Salud y enfermedad.
6.
La salud se puede definir como el estado de completo bienestar mental y social, que no consiste sólo en la carencia de cualquier dolor o enfermedad. Cuando la salud es así concebida, resulta difícil con el individuo de perfecta salud. Pues difícilmente se encuentra a alguien que no tenga alguna queja con relación al cuerpo o al funcionamiento de sus órganos, así como al estado de sus funciones mentales. Enfermedad implica sufrimiento y puesto que el hombre se define como una unidad, la patología de su personalidad se expresa en niveles de conciencia y relación.
¿Qué es un hombre enfermo? Es la mayor o menor falta de integridad que repercute en un desorden de su organismo. La persona que por su conducta se torna insoportable o peligrosa para la convivencia en grupo es porque de alguna manera padece una dolencia. El hombre es persona en la medida que se relaciona. Relacionarse es desempeñar papeles. La disociación entre estado y función siempre es síntoma de un mayor o menor desajuste emocional o social. La persona adecuadamente equilibrada siempre es capaz de desempeñar satisfactoriamente las funciones que se le exigen en su condición conyugal, familiar, social, profesional.
Para prevenir la enfermedad es necesario cuidar la totalidad, porque el hombre funciona como un todo y se comporta como tal. De ahí que es tan importante una actitud mental positiva para ejercer una influencia directa sobre todas las funciones neurovegetativas y viscerales.
La verdad de cada uno.
7.
Quien tiene el hábito de observarse, termina por descubrir aspectos desconocidos de su personalidad difíciles de definir y de comprender. Esto se llama destapar el inconsciente. Este es un lado oscuro de la naturaleza humana que aún no ha sido descifrado totalmente, ni explorado con suficiencia. Aunque la sicología moderna cada vez arroja más luz para la comprensión del ser y del quehacer de la persona. Allí en el inconsciente, por un lado, está la reserva de todas las vivencias y todos los deseos pasados, olvidados y reprimidos, pero también se almacenan todos los materiales sicoactivos que generan el poderoso dinamismo vital. Esta energía central es la que constituye el núcleo existencial de la persona. Es la oficina donde el hombre elabora sus pensamientos más perfeccionados, sus convicciones, sus esquemas de comportamiento y sus modelos de conducta. El instante realmente decisivo de los destinos del hombre se operan en el inconsciente. En lo íntimo de lo más recóndito del hombre, allí es donde existe una energía dinámica, autónoma y dominante. Los lances decisivos de la historia de cada hombre los decide él mismo en este rincón oscuro de su inconsciente. Allí, el hombre realmente piensa y reflexiona silenciosamente por sí mismo, con sus propios datos, y elabora poco a poco los planes básicos de su quehacer en el mundo.
Muchas personas tienen efectivamente la impresión más o menos nítida de ser dirigidas por alguien que se les manifiesta misteriosamente en su interior. Es como una fuerza desconocida que lo lanza a unos proyectos. (Ghandi decía: recibir órdenes de una tenue y remota voz interior) que sólo él percibía. Todo hombre o mujer tiene una lucha interior que se caracteriza por tensiones internas, vacilaciones, dudas, miedos, intenciones. La persona constata que quiere y a veces al mismo tiempo que no quiere. Pablo lo narra en la carta a los Romanos Capítulo séptimo versículos catorce a veintiuno: Es el hombre que tiene conciencia de su contradicción interna.
La terapia tiene como objetivo principal ayudar a poner en orden el interior del hombre, a conciliar todas las oposiciones que destruyen su paz, a liberarle de todas sus tensiones conflictuales que paralizan lo fundamental del ser humano: querer vivir. Gran parte del proceso existencial de todo hombre y mujer se realiza en la profundidad inconsciente de su ser porque la verdad de cada uno está en su propio interior. Basta buscarla con sinceridad y no es difícil descubrirla. Este maravilloso descubrimiento es propio de quienes se acostumbran a cultivar una vida interior profunda, esto se consigue mediante un esfuerzo habitual de reflexión sobre sí mismo a través de la meditación de las propias ideas, sobre los acontecimientos de la propia historia y reflexionando sobre las personas, las cosas y los sucesos que rodean a cada uno. Aquellos que se comunican superficialmente consigo mismos, con los otros, con el mundo y con el trascendente difícilmente podrán conocer la intimidad de su propia personalidad y la esencia de su propio centro.
En razón de la permanente necesidad de adaptación al medio que nos situamos, involuntaria y casi siempre inconscientemente, recurrimos a subterfugios de toda especie para engañarnos a nosotros mismos y a los otros por puro miedo a la verdad. Nuestra verdad no conoce términos medios. Ella obliga siempre a destruir los ídolos y los amuletos de que nos servimos para mantenernos en situaciones artificiales y precarias. Algunas veces preferimos la comodidad, el descanso tranquilo y a la golosa fruición de un placer al infinitamente más satisfactorio paladeo de la verdad. El inconsciente, de hecho, es lo no advertido, lo desconocido. Ante todo, es necesario no ignorar que todo el potencial energético inconsciente es extremadamente activo y dinámico, siempre es subyacente pero presente y es el común denominador de todas las motivaciones que genera los pensamientos, la imaginación, la fantasía, los sentimientos y las acciones. Todas las manifestaciones de la vida humana organizada de algún modo se resienten debido a su influencia.
La única manera de estar haciendo consciente el subconsciente es la introspección, la reflexión sobre sí mismo, el examen del consciente, la meditación, la contemplación, y la atenta observación de sí mismo.
La toma de conciencia es una luz interior que permite ver claro, lo que antes se veía confuso, parece que el hombre se vuelve persona en la medida en que se hace consciente toda su realidad interior. Cuanto más consciente es una persona tanto más consciente dirige correctamente su propia vida. Mientras mejor maneje sus energías disponibles, mayor capacidad tendrá para realizar sus proyectos. En una palabra, la persona consciente es más ponderada, más creadora, más eficiente en todo su ser y su quehacer. La interioridad del hombre es el verdadero laboratorio de un ser auténtico y de un quehacer lógico y productivo. Sus conceptos y sus intenciones llevan la marca inconfundible de éste íntimo proceso por el que pasan inexorablemente las adquisiciones captadas por la experiencia con el mundo exterior. La actividad interior consiste en repetidos esfuerzos de penetración en la intimidad de las cosas, mediante la observación, la admiración y la contemplación.
8 de Mayo 1.997
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