La narración del libro del éxodo nos sorprende con la caminata que tuvo que hacer el pueblo arameo por el desierto y se encontró sin con qué comer en plenas arenas penosas que tuvo que recorrer.
No encontró pan ni agua: por el desierto fatigoso. Pero Dios caminaba con el pueblo, no lo abandonaba. Encontró la Presencia, eso es una experiencia como a lo mejor usted la ha sentido a lo largo de su vida.
Se le apareció El MANA, era una especie de dátil producido por una palmera que había en los oasis y los alimentó durante la travesía. Y allí en esos oasis estaba la fuente del agua para calmar la sed. Hasta aquí la narración del Antiguo Testamento.
En el Nuevo Testamento, los evangelistas acuden a la última Cena donde con tres elementos vitales representan la figura CORPORAL, para dar respuestas a las preguntas, necesidades y carencias monumentales que necesitamos los seres humanos satisfacer. Toda EUCARISTIA es la representación de la Presencia, con Pan y agua vivos que alimentan, que nutren.
Pero como hoy es el día del padre, voy a referirme a unos aspectos que tenemos los hombres y que me parece pertinente reflexionar hoy en nuestro día masculino
Mas allá de una civilización machista, de un mundo grosero por nuestros comportamientos agresivos, que esta eucaristía sea un ritual de perdón por el tratamiento violento que hemos cometido. Aunque sea por hoy, que haya una mirada de perdón, como la que le dio Jesús al pobre Pedro, aquella noche que cometió, la traición con su grosería.
Que esta conmemoración de la última cena, nos inunde la alegría de la fiesta del Corpus Cristi, que significa CUERPO DE CRISTO. Hoy al Señor Jesús se le ocurrió dejarnos su cuerpo como símbolo de ALIMENTO, el Pan como fuente de comida para saciar el hambre.
Es verdad que todas ustedes mujeres y nosotros los hombres desde que nacemos experimentamos la fatiga, la angustia por comer y beber, el cansancio que nos proporciona el camino, al tener que levantarnos cada día y recorrer la vida de aquí para allá y resolviendo problemas de toda índole.
No es una defensa, ni mas faltaba, no son disculpas baratas de la psicología simple. Permítanme como un homenaje al Papá, al Hijo, al Hermano, al tío, al abuelo, al amigo, al compañero, a los hermanos y cuñados, al sacerdote hacer hoy una reflexión a la luz de la fiesta que nos propone la Iglesia a nuestra fe.
Hay 6 características muy masculinas:
1- El derecho a ser débil. Aunque nos creamos fuertes hay una serie de rincones en nuestra piel, en nuestros huesos y en nuestras máscaras que no pueden ocultar la debilidad que mostramos a cada rato. Y esperamos que, aunque demos otras muestras de prepotencia, nos perdonen la debilidad y no se burlen de nuestras fragilidades. Incluso de tener que matar algún animal que nos asusta, porque muchas veces en nuestro imaginario infantil, creemos que cualquier animal es un “dinosaurio” y nos da temor.
2- Tenemos un miedo al miedo, y a veces no podemos disimularlo, lo que pasa es que el superego le da pena mostrar esos ángulos tan monstruosos que tenemos, pero que en la megalomanía no queremos delatar.
3- Miedo a la soledad afectiva, a muchos nos aterra estar solos escondidos en cualquier esquina donde nos sentimos vulnerables y sin compañía. El miedo a la soledad nos hace cometer errores y buscar compañías a veces llenas de inconvenientes, sensaciones falsas y peligros inminentes…que no reconocemos a tiempo y no somos capaces de devolvernos.
4- Durante el camino nos asalta el miedo al fracaso en cualquier curva de esas que doblamos a cada rato. Y el fracaso no estamos dispuestos a vivirlo, a reconocerlo y a dar la cara de manera sencilla, y por eso recurrimos a la mentira y a la disculpa. Sabrán perdonar y disimular, es necesario que no nos humillen. Aunque sea por un día en una fecha tan especial.
5- La urgente necesidad del placer bio-anatómico que nos empuja desde adentro y nos estimula desde afuera. Placeres que a veces son profundos pero otras veces son superficiales, pasajeros e “instintuales”.
6- En lo íntimo de los huesos, la piel y el cerebro tuvimos el fracaso y la impotencia para producir, para ganarnos la vida, de experimentar que fuimos inútiles y nos aporrearon mas los ideales rotos y sueños llenos de pesadillas y no pudimos ganarle a la vida Qué pena, pero disimulen nuestro dolor.
7- O en cualquier curva del camino, cometimos una falla monumental y las dejamos sin nada porque una trampa económica nos dejó en la ruina, y con esa dificultad nos hundimos todos. Qué tristeza, pero perdón.
Ustedes poseen una anatomía que para nosotros es lejana: porque la maternidad de ustedes es tan íntima como la placenta, el cordón umbilical, la sangre y el útero lleno, mas los senos cargados de leche y de vida que combinado con el corazón y los brazos están disponibles para cargar, arrullar, animar, adivinar y conversar con el hijo desde recién nacido. Nosotros no encontramos palabras para comunicarnos, no sabemos cuidar y cargar, y nos sentimos ajenos hasta muy tarde en el crecimiento del hijo y a veces nos da pena haber llegado a destiempo a quererlos y reconocerlos en nuestro corazón afectivo. Hoy, en esta fecha esperamos algún rasgo de perdón.
Ustedes poseen una anatomía que nos atrae por la materialidad de la CARNE, y nuestros ojos y pieles se antojan de forma instantánea, tanto que nos hacen hacer promesas, para incumplir obligaciones. ¡Por hoy perdón!
Ustedes que son mas espirituales y mas sensibles a sentir a Dios en lo profundo de sus senos y en la cavidad del útero porque entienden de milagros, y nosotros vamos en contravía con un cerebro racional que exige, dizque pruebas de la existencia de Dios… esperamos en esta fecha que nos vuelvan a perdonar.
Recuerden que una mujer-madre nos educó…y a lo mejor no solo no acertó en sus pedagogías, sino que su corazón no logró domesticarnos para el amor, la delicadeza, la sencillez y la responsabilidad. ¡A ellas las perdonamos!
Gracias porque en el cuerpo de ustedes, encontramos el maná y el agua, suficientes para avanzar por este desierto tan penoso. Gracias por acompañarnos y darnos la oportunidad de ser padres.
Perdonen nuestra irresponsabilidad sin nos negamos a aportar el Pan, la Presencia y el agua para los hogares que abandonamos…dejándolas a ustedes y a los hijos a la deriva del camino fatigoso.
Este ritual que celebramos adornado con el Pan convertido en ALIMENTO, el agua fortalecedora de las fatigas por la sed que comporta caminar…es un símbolo majestuoso que nos anima a mejorar la vida llena de afectos. Pero necesitamos, aunque sea por esta fecha no volver a escuchar la palabra dolorosa que nos recuerda la infancia castigada: el VOCABLO NO.
Jesús nos invitó al SI, del pan, del agua y de la vida.
¡Qué contraste tan penoso, celebrar el Corpus Cristi, pero tan alentador!
18 de junio 2.017
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