La vida no avanza hacia la perfección, sino a que vivamos completos. Es decir, integrar las zonas claras que vamos iluminando de a poco, con las sombras que tanto nos desestabilizan.
La teoría de la Sombra es un monumento al yo, que tenemos todos, en sí la sombra es un aliado que nos acompaña siempre, está incrustado en el YO, pero no es en sí un problema, la dificultad está en identificarse con el yo ególatra, dedicarle tiempo, asomarse al espejo, mirarse a sí mismo, darles rienda suelta a todos sus antojos.
La única forma de aceptar la sombra, es meditando y meditar es una forma de vivir, no es una técnica, ni unas herramientas en la vida. Meditar es una actitud para estar conversando con la Sombra. Para vivir integrándola. Hay que vivir haciendo las paces con todo lo que nos asusta. Es liberar a toda hora a la conciencia dormida.
A la sombra hay que tratarla un poco fuerte, para que no tome ventaja y nos arruine. La sombra no se puede contemplar dándole gusto a toda hora, es necesario una cuota de sacrificio para que no se envalentone. Negarle algo de pronto es necesario. Pero la clave está en hacer las paces con la sombra.
No puede darse un crecimiento espiritual o trascendente sin trabajar la psicología del humano. Es entrando dentro de mi conciencia a toda hora, que yo me voy identificando con mi claridad, y para eso debo entrar a trabajar e integrar mi SOMBRA. Es aceptar ese ser-inferior que tenemos por dentro y que no es tan grande-poderoso como creemos. Es cuando le decimos a los otros: siéntense ahí, que yo les digo cómo.
Y eso sale al consciente de forma abrupta, desde los sótanos de nuestro inconsciente, que significa que nos tiene atorados. Es lo que se llama ACTOS FALLIDOS.
Esos actos fallidos, si tomamos conciencia nos asustan, cuando los escuchamos salir de nuestro inconsciente, y cuando los vemos actuar de formas groseras y de improviso. Son como ladrones que nos toman desprevenidos de un momento a otro y nos precipitan a las miserias de la vida. Son “destornilladores” con los que le zafamos las tuercas a los demás de manera injusta, chantajista y manipuladora, además que abusiva. Creyendo que hacemos el bien.
La SOMBRA se manifiesta con estos comportamientos oscuros: endurecimiento, rigidez, aislamiento, rumiante, agresividad constante, auto-reproches, comparaciones envidiosas y negativas, culpabilizaciones, dramatizaciones por todo, huidas de sí mismo, justificaciones ridículas, negligencias continuas, desórdenes con el dinero, acumulaciones grotescas, actos fallidos que denotan que todo le sale mal.
En ese submundo se depositan los egoísmos mas descarados y las convulsiones mas primitivas y los estadios mas oscuros de nuestro propio yo, no dejándonos crecer, y traicionando lo que pensamos mezclándolo con lo que sentimos, hablamos y no hacemos. Añadiendo reacciones vergonzosas, lastimosas y que nunca entendemos el porqué.
Es toda la mezcla desastrosa de nuestros miedos, frustraciones, fracasos, culpas, iniciativas rotas, impulsos fallidos, metas por cumplir, pero abortadas de mil formas.
La SOMBRA tiene formas cínicas y groseras: son como un “doble” peligroso que poseemos por dentro y se quiere salir a toda hora. Todos tenemos una puta por dentro, un violador grosero, un ateo atento, un pícaro listo, un disparatado fallido, un quejumbroso dolorido, un showman que “desea circo”, una traicionera dispuesta, un “promiscuo alerta”, un vago haragán, para mostrar sus facetas, una santa loca, un doctor estafador. Incluso un mal-geniado para atacar a toda hora. Un médico asesino y un mecánico destructor son otros símbolos de sombra. Todo sombrío reprimido es de alguna manera un monstruo tardío. Hay que tener cuidado.
“Los hombres son valientes y no lloran”, frase sombría que atropella las emociones normales, que anclan a los hombres de forma disparatada. Pensar, sentir y actuar sin mostrar lágrimas.
2.
Por lo general hacia los 45 años hay un escape descomunal de la sombra. Cambios violentos e inexplicables. Sacerdotes que liberan su sombra y se vuelven peligrosos. Las casas reales, alguno de sus miembros, cometen comportamientos rarísimos y escandalosos. En algunas familias se traicionan con conductas difíciles de explicar, agresiones impensables. La sombra traiciona al borracho que no se puede controlar, al jugador que no sale del casino, del adicto que necesita mariguana o cocaína todos los días, del ladrón que sale a la aventura de robar por las noches, del violador que persigue a sus víctimas infantiles con astucia. Son las sombras que desasosiegan a los compulsivos cerebrales.
La novela de Stevenson sobre el doctor Jekyll y míster Heide es toda la muestra de la sombra. La cenicienta y toda la narración de la princesa, la madrastra y las hermanastras son toda la pintura de la sombra. Las 50 sombras de Gray. El lobo estepario de Herman Hesse. El retrato de Dorian Grey. Lo mismo. La sombra que nos asusta.
Sobre el suelo de la maldad, se levantan los tronos de la bondad y de la misericordia-comprensión.
Todo lo que se nos ha enseñado a juzgar como malo, perjudicial o peligroso es síntoma de sombra asustando. Todo lo que nos ha dolido de forma demencial, y no hemos sabido resolver adecuadamente, los tormentos del pasado llenos de errores que navegan en nuestro interior de forma obsesiva, conforman los rasgos de la Sombra.
La SOMBRA, la descubrió en su interior herido, el pobre Carlos Gustavo Jung después de despertar de la crisis en la que se hundieron él y Freud por andar en la disparatada fórmula de hacerse terapia mutuamente y entrar en la crisis mas espantosa y resolvió “matar a la figura del padre” cuando se fue de su lado y en la desesperación, emigró a la India para buscar la espiritualidad que se le perdió, por andar buscando en el psicoanálisis los encierros mas lastimosos.
Sombra es todo lo que yo no reconozca, lo que no acepte y todo lo que me duela de mis errores con alarmante superficialidad.
Quienes vivan cruzando la vida de polaridad en polaridad son unos esclavos de la sombra y no integran nada. Afrontar la SOMBRA nos hace espontáneos, claros y creativos.
Nuestro origen y destino por la tierra es venir de una división profunda para hacernos INTEGRADOS, en nuestro interior y vivir de forma unificada.
Hay que sentir la sombra, desnudarla, abrazarla, conversar con ella desde la seducción y el enamoramiento: hacerle el amor sin odios ni desamores. Hay que coquetearle con emoción sincera.
El matrimonio entre caos y cosmos, es fundamental a punta de rituales, para vivir con sanidad, con paciencia personal, con respeto hacia la diferencia, con tolerancia consigo mismo.
El poder sanador lo llevamos por dentro, es entrando en sí mismos como nos curamos de los dolores infantiles, sin culpar a nadie. “Matando al padre” y asumiendo la ley, nos hacemos adultos. Sin quejas ni reclamos, sin shows, ni tragedias. Tomando la CONCIENCIA en nuestras manos a toda hora, siendo concientes de que hay dolores que conforman la Sombra, pero solo asumiendo las heridas infantiles y los momentos dolorosos como una película donde somos los protagonistas en serio. ¡Así es la vida!
15 de julio 2.018
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